Los tabúes de Podemos

1. Introducción: el tabú y el poder del lenguaje

Hemos tardado demasiado en escribir sobre Podemos, pero nuestro silencio tiene por lo menos dos razones: por un lado, la necesidad de estar seguros de poder escribir sin ser excesivamente arrastrados por las filias y fobias personales; y, por otro, cierta voluntad de no interferir, puesto que, a pesar de los pesares, entreveíamos que algo de bueno podía tener todo aquello.

Millón y pico de votos después, incluso si la irrelevancia de Podemos no está definitivamente conjurada porque unas elecciones europeas son lo que son, resulta ineludible, para quienes no debemos lealtad a un aparato sino sólo a nuestras convicciones, intentar hacer un balance serio, crítico, de la situación en la que nos encontramos. Esta es, no lo ocultamos, una crítica de Podemos, pero una crítica que parte del respeto a sus votantes y del reconocimiento de la audacia (vamos a asumir aquí su lenguaje) de sus promotores.

Pero ha habido algo más que audacia. Podemos ha cosechado un primer éxito gracias a la astucia, la habilidad técnica y el trabajo eficaz de politólogos profesionales que han cocinado exitosamente esta primera fase y de profesores que han aderezado la mezcla con su puntito ególatra y teatral (que comparten, es cierto, con muchos docentes vocacionales). En ese sentido, sólo en ese, estamos ante un despliegue de leninismo que venía haciendo falta. Pero es un leninismo pobre en su sustento y limitado en su extensión. Y de eso es de lo que queremos hablar apuntando a una cuestión simple pero crucial, que son los tabúes de Podemos.

En Tótem y tabú, Freud compara los rasgos del tabú tal y como se presenta en las sociedades arcaicas con ciertas características de la neurosis, que es, para entendernos, el mínimo común denominador que comparten todos los individuos razonablemente locos que produce la sociedad capitalista como caldo de cultivo de patologías. Uno de ellos, el que nos interesa aquí, es el poder que se atribuye a las palabras-tabú, términos proscritos porque evocan algo, indeterminado, que pende sobre nosotros como una amenaza de castigo. Precisamente Juan Carlos Monedero escribió un libro titulado El Gobierno de las Palabras, una lectura de la que hemos de confesar que nos queda poco más que su amenidad, su espíritu didáctico, y la sensación de que el bueno del profesor no tenía ni la más remota idea de lo que quería decir acerca del lenguaje como eje de la política.

Los términos políticos que no utilizamos porque son tabú forman el rastro que deja el poder desnudo que funda un determinado orden social, sirviéndose normalmente de nuestra reacción contra él. Y existen varias vías por las que esas palabras nos gobiernan: nos gobiernan cuando las decimos y cae sobre nosotros el castigo esperado; nos gobiernan también cuando respetamos la prohibición o la quebramos con la boca chica, como el niño que acusa al otro de haber dicho “hijo-de-y-lo-que-sigue” para así decir y no decir “hijo de puta”; nos gobiernan, por último, cuando las empleamos colectivamente en los momentos permitidos, los carnavales de la izquierda (sean debates de televisión o manifestaciones anodinas).

De nuevo cito a Juan Carlos Monedero, que siempre insistía: realmente tienes una idea clara de lo que quieres decir cuando puedes poner un ejemplo. La Guerra Civil y la represión franquista garantizaron que el término “comunista” estuviera proscrito, la Transición convirtió esa prohibición despótica en un tabú, que podía ser quebrado colectivamente por un PCE reducido a folclore mientras que el sistema político, en la práctica, convertía la represión despótica franquista en ley y resucitaba, con fondos de la CIA, el PSOE como buque insignia de la izquierda (tendremos tiempo de volver sobre el palabro). Y ahí comienza el largo desaprendizaje político que a duras penas comenzó a rehacerse, siempre a trompicones, cuando el insigne José María Aznar decidió que España podía declararle la guerra a Irak.

El reflejo verbalizable de los tabúes son los significante vacíos (salió, por fin, Laclau, referente intelectual explícito de los promotores de Podemos). Éstos son palabras que se han desgastado con el uso igual que las monedas y que pueden significar tantas cosas que realmente no significan nada. Son palabras que sirven, básicamente, para que uno diga lo que no quiere decir y crea llegar a un consenso cada vez que se produce una derrota. Los significantes vacíos son útiles políticamente en la medida en que los llenamos, y si no son como un barco de cáscara de nuez que no lleva dulce miel sino, en el mejor de los casos, nada.

Confundir este punto es uno de los grandes errores históricos de la izquierda tardo-franquista (desde 1975 hasta ahora) y por eso la Constitución de 1978 está llena de significantes vacíos que el PCE aplaudió con las orejas porque creía ver en ellos una posibilidad de transformación social al mismo tiempo que comulgó con ruedas de molino, a veces sin saberlo, cada vez que la derecha y los poderes fácticos nos colaban una palabra con connotaciones claras. Entre los primeros, “Estado social y democrático” (art. 1), “pueblo” (ibid), “nación” (art. 2), “nacionalidad” (ibid), “autonomía” (ibid), “partidos políticos” (art. 6), “derechos fundamentales” (art. 15-29), “derecho al trabajo” (art. 35), “planificación” (art. 38), “vivienda digna y adecuada” (art. 47), etc.; entre los segundos, “Monarquía” (art. 1), “indisoluble unidad” (art. 2), “instrumento fundamental de participación política” (art. 6), “deber de trabajar” (art. 35), “los poderes públicos garantizan y protegen [la economía de libre mercado] y la defensa de la productividad” (art. 38), etc.

Mientras no llenamos de sentido los significantes vacíos, éstos contribuyen a reproducir los tabúes con los que conectan. El caso del término “partido” es muy ilustrativo. Durante el franquismo, y sobre todo a partir del declive de la “familia” falangista, “partido” era un término proscrito, asociado al PCE. En la Transición, sin embargo, se rescata vaciado de contenido para convertirlo en “instrumento fundamental de participación política” y, por esa vía, en aparato del Estado y válvula de control frente al descontento. El PCE no pudo o no quiso oponerse a ese vaciamiento y el término “partido” ha terminado convirtiéndose en tabú, haciendo aquí también que los descontentos asuman como ley los mandatos de la antigua voluntad despótica.

El tabú que recae sobre la palabra es un fetiche y por tanto funciona como una trampa. Igual que el viejo blasfemo de La Vida de Brian, podemos violar las prohibiciones creyéndonos muy radicales y sin evitar que nos lluevan piedras. Frente a eso siempre cabe la opción defendida por el difunto Agustín García Calvo: desprendernos de cada uno de los términos que el poder ha dejado inservibles por unos u otros motivos. Pero esa es una solución para iluminados. La otra vía, potente sin duda, es la de pelear los significados, y decir que democracia no es eso sino esto, donde “esto” puede no ser todavía un significado pero es un sentido acompañado de una práctica [1].

La justificación de esa estrategia es clara: allí donde hay un tabú o un significante vacío hay sin duda poder, pero el poder no está en el término sino en las relaciones que lo atraviesan. Quienes ocupan una posición privilegiada nos gobiernan con el lenguaje porque temen el significado de ciertas palabras (comunista, por ejemplo) y se benefician de la elasticidad de otras muchas (democracia, pueblo…). Con las primeras, viejas y nuevas, nos inventamos a nosotros mismos. Con las segundas disputamos la hegemonía (salió el término gramsciano, otra muleta teórica confesa de los promotores de Podemos) a quienes la detentan. Al hacerlo estamos, desde luego, rompiendo el tabú, pero de una forma muy peculiar: por una parte, es una ruptura colectiva, y no el absurdo brindis al sol de un viejo blasfemo; por otra, es una ruptura que se sale de los cauces establecidos y disputa los significantes vacíos llenándolos de contenido, diferenciándose por tanto de un estallido de carnaval. En resumen, lo que se hace es ignorar el tabú y tomar posesión del vocabulario.

Es por estos motivos que resulta tan interesante, tan crucial, prestar atención a los tabúes de Podemos, ya que éstos son prueba de que Podemos pretende ignorar el tabú respetándolo, y pretende tomar posesión del vocabulario sin acabar con su flacidez. Podemos tiene muchos tabúes, pero nosotros vamos a centrarnos, en lo que sigue, en los cuatro que consideramos fundamentales.

2. Primer tabú: “Partido”

Podemos no es un partido, es un método. Podemos no es un partido, es una multitud (primera muleta teórica implícita: Antonio Negri) de círculos ciudadanos. En rigor, Podemos ahora mismo es una nebulosa tras la cual se puede entrever cierta forma definida. Para analizar esa nebulosa debemos asumir que estamos tomando en consideración la información que ellos proporcionan sobre sí mismos, pero lamentablemente puede haber más que aquello que Podemos deja ver: en 1982 Felipe González también se recorrió España en autobús y también daba la impresión de ir con lo puesto. Hecha esa advertencia, lo cierto es que dar un voto de confianza a los promotores de Podemos en lo que se refiere a la transparencia no es suficiente para echar por tierra el análisis que aquí presentamos.

Por lo que sabemos, Podemos es en primer lugar sus promotores, bien organizados y con tareas bien distribuidas, apoyados en una red de contactos de tamaño medio (todos o casi todos se conocen en persona) que hacen el trabajo cotidiano. En segundo lugar, Podemos es un aparato y una base militante modestos (los de Izquierda Anticapitalista), que han sido fagocitados con a saber qué consecuencias negativas (las positivas son el salto de la irrelevancia a la notoriedad, yendo más allá de lo soñado en Francia por el NPA y Besancenot) [2]. En tercer lugar, Podemos es sus círculos, más o menos numerosos y más o menos homogéneos, más o menos solapados según el caso al remanente de las asambleas generadas por el 15M (todo depende del municipio y hasta del barrio), a las bases militantes de IA y a las distintas mareas. Por último, Podemos es sus votantes, un millón y pico, robados con más razón al PSOE (y hasta al PP) que a IU, y eso sin duda hay que celebrarlo porque contribuye, con sus múltiples límites, a inclinar la balanza institucional [3]. Ahora bien, decíamos que esta nebulosa en realidad esconde una forma definida, que es sin duda la del partido.

El primer indicio son las primarias cocinadas. No queremos decir que hubiera tongo, sino que no hacía falta. La elección de Pablo Iglesias como cabeza de lista era inevitable, y la inteligente abstención de Juan Carlos Monedero le dejaba de hecho sin el único rival de peso en lo escénico. Además, varios de los candidatos a las primarias gozaban de visibilidad previa dentro de los actos de presentación de la iniciativa y/o formaban parte de la selección propuesta por Pablo [4]. Por último, el propio Pablo Iglesias reconoció en una entrevista con Público [5], y este ha debido ser uno de sus pocos renuncios, no solamente que conocía en persona a la mayoría de los candidatos que salieron sino además que lo que realmente le sorprendió es ¡que probaran suerte tantas personas!

El segundo indicio es el reciente anuncio de la creación de un equipo técnico que se encargará de sintetizar y elaborar las propuestas presentadas por los círculos de cara a la gran Asamblea Ciudadana que se celebrará en otoño. La carta de Pablo Iglesias [6] dice: (1) que “le han pedido” que presente un equipo; (2) que hay una semana para presentar candidaturas; (3) que el equipo tiene que estar compuesto por 24 personas; (4) que el perfil de esas personas tiene que demostrar fehacientemente su capacidad para asumir la tarea que se enfrenta. Los entusiastas de Podemos aplaudirán el gesto de “democracia interna” y obviarán: (1) que se presenta como técnico un proceso de enorme enjundia política; (2) que la medida de lo que es un grupo fehacientemente capaz de asumir la tarea que hay que enfrentar la da precisamente el extraordinariamente eficaz grupo promotor; (3) que en una semana es imposible formar con seriedad un grupo alternativo de 24 personas, porque si lo hubiera ya se habría puesto a trabajar y, tal vez, otro Podemos hubiera surgido al mismo tiempo; (4) que por todo ello es evidente que hasta los que somos escépticos asumimos que el proyecto sólo puede funcionar como hasta ahora si el grupo promotor sigue allí, legitimado o no (es innecesario y hasta puede que torpe hacerlo así) por unas nuevas primarias. Deducimos de todo ello, al menos de forma provisional, que esto no es más que nada un chulesco desafío a los sectores descontentos de IA que creen, y seguramente se equivocan, que pueden hacerlo mejor.

El tercer indicio deriva del segundo, y es el papel reservado a los círculos por el momento. La idea de los círculos deriva de un excelente diagnóstico del límite de las asambleas: se genera mucha información, muchas ideas muy buenas, y no hay quien elabore todo ese flujo y, sobre todo, le dé un objetivo. Además hay mucha gente, demasiada, y la “muestra” de los sectores movilizados que proporcionan las asambleas es mucho más grande de lo necesario si de lo que se trata es de captar las mejores ideas gestadas en estos años de aprendizaje político y, al mismo tiempo, de ver hasta dónde puede llegar el leninismo flácido de los promotores. Los trescientos círculos son un excelente primer filtro natural que, por ejemplo, ha contribuido a dar forma al programa y también a medir la potencial reacción negativa, por parte de los votantes de Podemos ajenos a los círculos, al intento de dar a Jorge Verstrynge un papel visible. En suma, Podemos articula de forma notablemente eficaz la multitud de los círculos como un general intellect y es, para entendernos, la expresión práctica más acertada de las ideas políticas de ese Antonio Negri que decidió, y perdonen la expresión, pasarse a Marx por la piedra (estaba en su derecho, por supuesto).

Si, hasta donde sabemos, los círculos y las bases de IA con su aparato precario hacen el trabajo militante, la financiación deriva del crowdfunding [7] (derivaba, porque ahora reciben dinero público y están financieramente atrapados por el Estado, como toda organización integrante del sistema de partidos), y hay una cúpula que tiene que asumir la tarea crucial de elaborar y sintetizar ese trabajo, ¿qué es lo que diferencia exactamente a Podemos de un partido? Alguien nos dirá que la ausencia de aparato, y responderemos que precisamente eso es lo que va a cambiar desde ahora hasta las elecciones autonómicas, ya que ese equipo técnico diseñado por los promotores de Podemos y refrendado por las primarias tiene que asumir la tarea de dar forma a los elementos esenciales de un esquema orgánico capaz de garantizar a nivel local y autonómico que las primarias sean tan vistosas, legitimadoras e inofensivas como en el caso de las elecciones europeas. Para entendernos: tendrán que garantizar (es lógico que así sea) que no se cuele nadie que no es bienvenido, es decir, nadie que no esté dispuesto a trabajar ciegamente en la dirección en la que diga el grupo promotor.

Podemos no emplea el término partido porque es un significante vacío que ha adquirido, en el régimen de la Transición, un significado aborrecible. Podemos no emplea el término partido, pero tampoco llena realmente de contenido “ciudadano”, ni “círculo”, ni siquiera “método de participación”. Podemos conseguirá demostrar que es posible hacer elecciones primarias abiertas sin poner realmente en peligro la estructura de poder de un partido si se tiene una buena estrategia de comunicación y los medios para llevarla a cabo (y la televisión juega un papel crucial). Esto no contribuirá a democratizar el espacio público sino que reforzará el papel de los medios de comunicación convencionales como instrumentos de control social.

Podemos se comporta como un partido sin decir que es un partido, y por tanto respeta el tabú en su lenguaje y lo reproduce en la práctica. Tal vez Podemos podría reconocer que es un partido y, a partir de ahí, disputar el significante partido para hacernos comprender por qué motivo, y con qué límites y variaciones, es necesario calcar los métodos de “la casta”. Es más, podrían tal vez decirnos por qué, con qué límites y hasta cuándo hemos de asumir que el grupo promotor ha de marcar el rumbo. Eso sería más honesto y audaz (no sabemos si más astuto) que el recurso perpetuo a las primarias cocinadas.

3. Segundo tabú: “Izquierda”

Podemos no dice que es de izquierdas aunque lo sea evidentemente. Podemos utiliza significantes vacíos y dice “ciudadanos”, “sentido común”, “patriota” (cada vez menos), “decente” (como la gente a la que Monedero dedica su curso de política)… Podemos habla de “arriba” y “abajo”. Recientemente en televisión Pablo Iglesias habló de “casta” y un tipo del PSOE se rebotó, negó que hubiera casta, y terminó, con tono siciliano, dándole a Pablo la bienvenida y pidiéndole respeto [8]. Podemos habla de “arriba” y “abajo” porque “izquierda” y “derecha” son palabras que remiten, es verdad, a la lógica parlamentaria. Tomar en consideración el eje de poder es imprescindible. Añadiríamos que, desde su lenguaje, también hay un “arriba” y un “abajo” entre esos que se presentan como “los de abajo y a la izquierda”, y si tal cosa es inevitable estaría bien que se explicara.

Podemos tiene entre sus apoyos a célebres intelectuales de la izquierda (sí, izquierda) que critican el “error histórico” que cometió la izquierda (sí, izquierda) al regalarle palabras como “Estado de derecho” a la derecha. Al mismo tiempo decide regalarle al PSOE el término “izquierda”. ¿No sería más importante intentar llenar de contenido ese significante vacío en vez de camuflarlo, en el mejor de los casos, con el plural “izquierdas”? Lo de ser plurales, por cierto, sí podíamos regalárselo a la derecha, y nosotros trabajar por no serlo; tal vez así conseguiríamos dejar atrás los tiempos en los que la derecha vota unida y las izquierdas a sus partidos (nótese que todo son plurales).

Podemos ha obviado el término izquierda y se lo ha regalado al PSOE precisamente para poder disputarle terreno al PSOE. Alguien considerará por eso mismo que la maniobra ha sido un éxito, y nosotros le responderemos que hasta ahora Podemos lo único que ha hecho, en rigor, es ganar cinco diputados en el Parlamento Europeo. Todo lo demás, todas las victorias cotidianas, son hasta ahora fruto del esfuerzo realizado por otros y que Podemos quiere fagocitar. Podemos ha ganado cinco diputados y le ha disputado terreno al PSOE precisamente en las instituciones, en ese espacio partidista que pervierte inicialmente el término izquierda. Podemos esquiva el término izquierda y con ello puede creer que se lo apropia, cuando lo que hace es legitimar las instituciones que lo vacían de contenido.

4. Tercer tabú: “Ideología”

Lo dicho en el punto anterior nos lleva al tercer tabú, que es la ideología. Podemos no tiene ideología, sino “sentido común”. Podemos no tiene ideología sino círculos y una reivindicación genérica de los derechos humanos. Podemos responde a los puños en alto con las palmas abiertas porque Podemos quiere “pueblo detrás” (las palabras nos gobiernan, querido Juan Carlos). Podemos quiere “pueblo detrás” pero no hace un sólo esfuerzo por definir qué es el pueblo o por organizarlo como sujeto político. Podemos no organiza un sujeto político sino círculos: grupos de discusión espontáneos que recogen ellos solos transcripciones abreviadas de sus discusiones y las ponen al servicio de científicos sociales técnicamente competentes.

Podemos piensa que la ideología es sólo una cuestión de conciencia y que los significantes vacíos ayudan a transformarla. Podemos cree que la ideología es sólo una cuestión de conciencia y no presta apenas atención a los hábitos concretos (también en nuestra forma de hablar). Podemos cree que la forma de avanzar en la apropiación del significante “democracia” son las primarias cocinadas y el general intellect. Podemos quiere combatir la ideología de la clase dominante con una ideología fofa que ha convencido a votantes del PSOE y del PP. La ideología que Podemos pretende no tener tiende a parecerse a la ideología de la clase dominante. A eso Podemos lo llama contrahegemonía.

Podemos no cree que la gente sea tonta. Podemos se ha dado cuenta de que la gente es lista y no lo sabe, y defiende con su práctica que es mejor así porque el “pueblo” vota en primarias cocinadas (lo astuto, por supuesto, es que las primarias estén cocinadas) y se reúne en asambleas que funcionan como grupos de discusión. Podemos busca, más allá de los círculos, votantes a los que no les importe la revolución, siempre y cuando se la hagan otros, que de momento no son realmente ni Podemos ni los círculos que piensan en voz alta, sino otros sujetos a los que Podemos interpela indirectamente. El pueblo va detrás.

Podemos critica a IU y pretende hacer lo mismo que IU: subir como la espuma a cuenta del descontento. Podemos es más astuto y ágil. A IU, en las instancias donde importa, le sobra grasa y le falta materia gris. IU tiene la ideología poco más que en el nombre; Podemos, en el nombre, tiene la traducción libre del eslogan de Obama, el lema de la campaña de promoción de la selección española en el último mundial y una respuesta inteligente, firme, al “sí se puede” coreado en las pequeñas victorias cotidianas en las que Podemos, como tal, no participa, pero de las que Podemos quiere alimentarse a través de las personas implicadas en movimientos sociales que participan en los círculos. El pueblo, ya lo dicen, va detrás.

Podemos es una marca. IU aspira a ser marca. Los dos aspiran a ser homologables con otras “marcas” tras las cuales puede que no haya nada o puede que sí (Syriza, Front de Gauche, ¿un NPA o un Movimiento 5 Estrellas, pero bien hecho?), pero para ambos son sólo eso: marcas. Podemos no tiene ideología sino “ilusión”; la del 82, para ser más exactos [9].

Podemos es una marca magnífica y prometemos invitar una cerveza a quien nos revele cuáles eran las otras opciones. Es más: si nos confirman o desmienten (es sólo una suposición) que hubo un mínimo de trabajo de campo (encuestas o grupos de discusión, por ejemplo) para tantear qué nombres tenían la mejor valoración, serán dos cervezas. Si nos lo cuenta uno de los alumnos que han estado picando datos para los sondeos, ofrecemos una cerveza más. También Carolina Bescansa [10], que es la máxima fuente autorizada, puede decidir respondernos.

5. Cuarto tabú, “Clase”

Podemos es de izquierdas y no lo dice. Podemos no dice que es comunista porque probablemente no lo es. Podemos tampoco es anarquista y desde luego no dice serlo. Podemos es una iniciativa de politólogos que no comprenden de qué manera sus conocimientos son una herramienta de control social. O de politólogos que lo comprenden demasiado bien. Podemos es intelectual pero sin pasarse. Podemos, desde luego, no es marxista, pero ni siquiera marxiano. Podemos es un Antonio Negri atravesado. Podemos no comprende el punto de vista de la clase obrera [11], ni siquiera cuando quien lo explica, con mucho cariño, es el Nega [12].

Podemos no habla de clases (en plural) sino de casta (en singular). Podemos dice “capitalismo” puntualmente y en voz baja, como si estuviéramos en 2007 y la palabra correcta todavía fuera “sociedad post-industrial”. Podemos considera revolucionario reducir la jornada laboral de 40 a 35 horas semanales, como si las 40 no fueran como mínimo 45 y las 35 no fueran a ser 40 o 45. Podemos no entenderá que digamos que como poco habría que plantear las 20. El lenguaje económico de Podemos está lleno de significantes vacíos y conceptos con carga ideológica (del enemigo): “I+D”, “nacionalización”, “productivo”, etc. Podemos cuenta con al menos un economista competente y eso tampoco nos inspira necesariamente demasiada confianza.

Podemos no ha visto un sindicato en su vida. Muchos afiliados a los sindicatos tampoco han visto en su vida un sindicato. Nosotros tampoco lo hemos visto, pero sospechamos que el sindicato de verdad va, igual que el pueblo en Podemos, “detrás”, y la única diferencia es que la cúpula del sindicato, esa que tomamos erróneamente por el sindicato, en contadas ocasiones representa al sindicato. Podemos, por contra, sí representa a sus votantes. O tal vez no, puesto que en realidad Podemos no es un partido, no es de izquierdas, no tiene intención de representar al 15M y no tiene ideología. La ideología que Podemos pretende no tener le hace criticar a Izquierda Unida y le regala el término “comunista” al PCE. A eso Podemos también lo llama contrahegemonía.

Podemos quiere utilizar el significante vacío “pueblo” y no hace apenas nada por conseguir que “pueblo” signifique “clase”. Entre otras cosas, porque regala la “clase” a los sindicatos (a los de mentira) y a un léxico económico que no significa apenas nada. Podemos no ha visto en su vida un sindicato pero ni siquiera sabe por dónde empezar a buscar (o tal vez es que no le interesa). Podemos quiere nacionalizar las grandes empresas y no sabría por dónde empezar. Podemos podría encontrarse a partir de 2015 con una situación como la de la Corrala Utopía en Sevilla y podría tomar una decisión parecida a la que tomó la Consejera de Vivienda, pero si las cosas no cambian mucho el resultado será el mismo: cuando tome esa decisión, independientemente de que la consideremos acertada o no, lo más probable es que no haya ni pueblo ni clase detrás. Mejor dicho: no habrá pueblo porque no habrá clase. Y no estará detrás porque nunca estuvo realmente delante. Y seguirá habiendo casta.

6. Conclusión: la amenaza del politólogo-fontanero

“Partido”, “izquierda”, “ideología”, “clase”. Cuatro tabúes del régimen en descomposición. Cuatro tabúes de la casta acongojada. Cuatro tabúes de un Podemos exultante en una sociedad neurótica perdida. Nuestra responsabilidad, dada nuestra capacidad de hacer una crítica política no mediada por intereses de aparato, era señalarlos.

Podemos ha obtenido hasta el momento victorias tácticas que, más allá de sobrevaloraciones o minusvaloraciones interesadas, sin duda hace a los promotores merecedores de reconocimiento y a sus votantes de nuestra felicitación y nuestro respeto. Esas victorias tácticas dependen de las virtudes de Podemos, que son varias, pero están limitadas por sus defectos, algunos de los cuales hemos intentado apuntar en estas páginas. Pablo Iglesias lo hace fenomenal en la televisión si “fenomenal” significa robarle votos al PP sin hacer nada para cambiar el hecho de que esos votantes son “sociológicamente del PP”.

Podemos se enfrenta, como solución política potencial, a una triste paradoja: sólo puede funcionar correctamente si durante un largo período de tiempo sus promotores actuales marcan el rumbo como hasta ahora, pero eso mismo significa que hay muchas posibilidades de que Podemos sufra un descalabro supino en cuanto tenga que hacerse cargo de las consecuencias de un juego institucional cuyas reglas no están en condiciones de cambiar ni tampoco de seguir.

El gran problema, y la repercusión que eventualmente tenga este texto tal vez dará sobrada prueba de su existencia, es que los principales promotores de Podemos no van a querer o poder ver cuál es el problema porque llevan toda su vida actuando de la misma manera frente a las instituciones, por interés o por negligencia. Los promotores de Podemos no han conseguido adquirir jamás una conciencia crítica acerca de las repercusiones políticas que tienen sus conocimientos técnicos cuando los ponen en juego en su militancia. Podemos es un fontanero frente a un sistema político en declive visto como una tubería rota. Podemos cree que ese punto de vista le dota de un poder extraordinario, y es cierto, pero no se da cuenta (queremos pensar bien) de que el ejercicio de ese poder tiene efectos reaccionarios. La pervivencia interesada pero profundamente equivocada de estos tabúes revela que Podemos es, cuesta creerlo pero es cierto, una solución autoritaria, represiva, a las catástrofes políticas sufridas durante el último siglo.

El reto, repetimos, tiene un enunciado simple pero una solución tan compleja que diríamos que es imposible: Podemos tiene que dejar de ser Podemos si realmente quiere contribuir a la transformación política radical de nuestro país. Mientras eso no suceda, o mientras no nos convenzan de que estamos equivocados (y ojalá fuera así), nuestra posición es clara: si no hemos trabajado gratis para otros partidos no vamos a trabajar gratis (ni cobrando) para ellos, que ya nos conocemos.

Notas:

[1] A este respecto nos remitimos a un artículo publicado hace tiempo: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=163890

[2] La comparación NPA – IA/Podemos es suficientemente suculenta como para merecer un artículo propio. Limitémonos a señalar que Besancenot también salía en la tele y adquirió notoriedad por esa vía, que el NPA también surgió de una especie de “operación coleta” que hizo que de un día para otro un montón de estudiantes movilizados contra Bolonia que eran “de izquierdas” pero sin afiliación pasaran a ser militantes de la nueva organización, también probaron suerte por primera vez en las elecciones europeas… No cabe duda, al menos de momento, de que Podemos se ha beneficiado de circunstancias más favorables y, tal vez, de mejores cerebros.

[3] Si bien el daño orgánico a IU ha sido bestial y, por lo menos a nivel autonómico, si no es a escala federal, la organización ahora se encuentra, si no cambian mucho las cosas, ante el dilema de elegir entre la fusión prácticamente incondicional con Podemos o la irrelevancia. Y es algo que celebramos con tanta moderación como los 5 diputados que se han ganado nuestros colegas politólogos.

[4] Teresa Rodríguez (segundo puesto en la candidatura) ya habló en el Teatro del Barrio (http://youtu.be/vNOsg6KF3Ts) y Pablo Echenique (quinto puesto) lo hizo en la presentación de la segunda fase (http://youtu.be/6bfPGdRwtYY). Los candidatos propuestos por Pablo Iglesias (http://blogs.publico.es/pablo-iglesias/857/cinco-candidats-para-ganar/) eran los restantes Lola Sánchez (cuarto puesto), Carlos Jiménez Villarejo (tercer puesto) y Tania González (sexto puesto, entrará en el Parlamento cuando el ex-fiscal dimita).

[5] http://www.publico.es/politica/521917/pablo-iglesias-podemos-ha-movilizado-a-muchos-que-nunca-hubieran-llegado-a-la-izquierda

[6] http://extremaduraprogresista.com/libre/40-libre-opinion/19126-el-14j-comienza-el-proceso-constituyente-de-podemos-carta-de-pablo-iglesias

[7] Y habría que darle una vueltecita a eso de que los promotores vean lógico y normal que un simpatizante que decide donarles 1.000 euros (su sueldo, en el mejor de los casos, si el votante-tipo que busca Podemos es, como mucho, un mileurista) reciba a cambio… ¡una cena con los promotores! Por otra parte, la información hecha pública por Podemos en su web muestra que la donación media son 20 euros.

[8] http://youtu.be/BMrGNjmoK3U

[9] Nuestro aborrecible Ministro de Desmantelamiento de la Educación Pública, José Ignacio Wert, publicó en su momento un análisis de la campaña electoral del PSOE de 1982; lean y comparen: “No puede dejar de mencionarse la magnífica organización de la campaña del líder, que recorrió casi toda España en un autobús especial a lo largo de los veintiún días. Los detalles rituales estaban calculados sagazmente para evitar situaciones comprometidas. Así, al final de las intervenciones de Felipe González, una niña o niño le hacía entrega de un ramo de rosas, con lo que se conseguía un efecto emocional… y se evitaba la posibilidad del saludo con el puño cerrado. «La Internacional» desapareció de la fonoteca del PSOE y en su lugar un jingle («Hay que cambiar») y una composición de música electrónica provocaban los efectos de entrada y salida” (dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/250505.pdf).

[10] http://www.eldiario.es/politica/dificil-decir-Podemos-dirija-alguien_0_269474185.html

[11] Utilizamos el término pensando en la expresión “working-class perspective”, empleada por Harry Cleaver, marxista y trotskista, en Una lectura política de El Capital. Lo decimos por si acaso alguien creyera ver sobre su cabeza la sombra amenazante de un piolet.

[12] http://www.kaosenlared.net/colaboradores/item/63046-la-clase-obrera-hoy-canis-e-inform%25C3%25A1ticos-respuesta-a-pablo-iglesias.html

 

Nota posterior (19/08/2014): Hace ya un par de semanas publiqué un segundo texto vinculado a este: «El sistema no es reformable, y Podemos tampoco«. Puede ser de interés considerar los dos textos juntos.

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28 respuestas a Los tabúes de Podemos

  1. Trostky dijo:

    Cuando escribes que «Podemos podría encontrarse a partir de 2015 con una situación como la de la Corrala Utopía en Sevilla y podría tomar una decisión parecida a la que tomó la Consejera de Vivienda» ¿A qué decisión te refieres? ¿a que a TODAS las familias se las ha realojado? ¿a los dos años que llevan negociando con todas las partes buscando una solución? No entiendo este intento burdo, inútil y poco documentado, de puya a IU.

    • Miguel León dijo:

      Compañero,

      Lo primero de todo, muchas gracias por dejar tu comentario. Desde que salió publicado el texto ha habido un número muy alto de visitas (para la modestia de este blog) y eres el primero que deja constancia de su paso.

      En lo que se refiere a la Corrala Utopía, en cuanto se toma la decisión de realojar a las familias (una decisión que evidentemente no puedo criticar per se), la derecha mediática automáticamente toma una posición que (ahí sí por falta de información) siembra la semilla de la duda: ¿cuánta gente hay sin vivienda en Andalucía?, ¿cuánta está en lista de espera y desde hace cuánto para conseguir una vivienda pública? No digo que esas dudas apunten a un problema real (que se haya tomado una medida discrecional por determinadas razones y en perjuicio del procedimiento habitual), y por eso en el texto me guardo mucho de criticar la decisión misma, ya que incluso si hay una ruptura del procedimiento puede haber razones aceptables para hacerlo.

      Esto es lo que digo en el texto (inmediatamente después de lo que tú citas):

      «[C]uando tome esa decisión, independientemente de que la consideremos acertada o no, lo más probable es que no haya ni pueblo ni clase detrás. Mejor dicho: no habrá pueblo porque no habrá clase. Y no estará detrás porque nunca estuvo realmente delante. Y seguirá habiendo casta».

      Esa es realmente mi crítica y la explicación es (creo) clara: en los momentos inmediatamente posteriores al desalojo, hay vecinos de la corrala protestando por el desalojo y su consecuencia inmediata (que ellos se quedan en la calle). En esas condiciones, si IU tuviera una base social realmente fuerte, se podría haber esperado una reacción (¡porque estarían organizadas!) de esas familias sin vivienda y en lista de espera a las que hicieron referencia la caverna mediática y hasta Susana Díaz; esas familias podrían no solamente haber apoyado la decisión de la Consejera, sino además haber respondido a los medios que las empleaban como arma arrojadiza. Corrígeme si me equivoco, pero creo que no fue el caso.

      De todas formas, y ya que pareces mucho más informado que yo en lo que se refiere al intríngulis del proceso, me permito preguntarte la razón por la que, tras dos años de negociaciones, es la policía la que entra a desalojar la Corrala sin que el alojamiento alternativo parezca estar todavía asegurado para los vecinos. Todo tiene un aire de precipitación que no termina de encajar con un proceso de negociación de dos años.

  2. Antistalinista dijo:

    Sofisticado análisis, pero no apunta ciertamente a lo que resulta ineludible: IU, o mejor dicho, el PCE no ha sido capaz de sobrepasar su máximo histórico en las elecciones, en cambio PODEMOS con todo lo «vacío» y posmoderno que pueda parecer superficialmente al buen militante «comunista», ha sido capaz de lograr una efectiva mobilización de votos de personas que jamás votarían por IU/PCE, pero que quieren un cambio en el sistema, lejos de la mitología tradicional del post-stalinismo socialdemocratizado y lejos de disciplinas partidistas antidemocráticas (alias «centralismo democrático») propios del PCE. El hecho es que Podemos ha permitido la devolución de la ilusión (y posibilidad) de un cambio real en el sistema político español, cosa que IU no es capaz de hacer, pues no es más que otro engranaje del sistema, son «casta» como dirían los de Podemos, que se han beneficiado y apuntalado el sistema corrupto al cual critican, y eso el militante comunista/izquierdounidista promedio es incapaz de ver o concebir, o mejor dicho, no lo puede asumir. Y a pesar del purismo «ideológico» que gustan de restregar en la cara los del PCE, su praxis los desmiente como dice la sabiduría popular «obras son amores» o como apuntó Marx «Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico». Por mucho que el PCE/IU, que son indiferenciables, con sus prácticas antidemocráticas, con su borreguismo ante las direcciones elegidas bajo métodos nada democráticos ni menos participativos, con su gran base de nostálgicos del stalinismo y en el viejo PCE de la guerra civil con sus CheKas y en el amor a Stalin, etcétera estén sufurados por haber aparecido un rival capaz de hacer lo que no han podido hacer, Podemos ha logrado mostrar que otra izquierda, que no necesita basarse en una mitología y en un vocabulario que resulta extraño a una buena parte de la población y que desconfía con muchísima razón de una coalición donde está un partido con el prontuario como el del PCE.

    • Miguel León dijo:

      Compañero,

      Una vez más estoy obligado, ante todo, a agradecer que te tomes el tiempo no solamente de leer sino también de comentar. Eso enriquece esta entrada, sin duda, y le da a este blog una vida de la que suele carecer.

      Dicho eso, me temo que no puedo responder por extenso sin reescribir para ti el texto que estás comentando. Por educación tengo que admitir la posibilidad de no haberme explicado suficientemente bien, pero por falta de tiempo tengo que pedirte encarecidamente que, si te quedan ganas, releas el texto despacito, y ojalá que así quede más claro lo que quiero decir, porque parece que no me has entendido (quiero decir, que no me he hecho entender).

      Para darle a mi respuesta algo de contenido más allá de esta disculpa, simplemente voy a apuntar al meollo del asunto, por si acaso eso sirviera para arrojar nueva luz sobre el texto. Dices:

      «IU, o mejor dicho, el PCE no ha sido capaz de sobrepasar su máximo histórico en las elecciones, en cambio PODEMOS con todo lo “vacío” y posmoderno que pueda parecer superficialmente al buen militante “comunista”, ha sido capaz de lograr una efectiva mobilización de votos de personas que jamás votarían por IU/PCE, pero que quieren un cambio en el sistema».

      De lo que parece que no nos enteramos es de que la «movilización de votos» (te corrijo la errata) no supone un gran triunfo. Podemos ha apuntado mil veces (Pablo Iglesias mismo lo repitió ayer en la conferencia que dio en el Ritz) que el poder no está en las instituciones, es decir, que hasta Podemos reconoce implícitamente que no sirve de apenas nada tomar el control de las instituciones. No digo que no sea importante estar en las instituciones, digo que es prácticamente inútil si no se cuenta con un apoyo que no es el de los votantes movilizados, sino una masa social crítica efectiva que va a ser la fuerza real que impulse las transformaciones sociales. Si esa masa no existe (y Podemos no hace nada por constituirla, sino que sólo aspira a fagocitar la que vaya apareciendo), no hay cambio social posible. Podemos pretende que los procesos electorales pueden contribuir a dar forma a esa masa crítica, pero eso es ignorar que, en condiciones de debilidad ideológico-políticas como las nuestras, el sujeto político «electorado» no es una expresión de la voluntad general ni del poder constituyente, sino un órgano más del estado, una expresión más del gobierno.

      De los medios de comunicación y del discurso vacío ya he dicho mucho, y tú apenas vuelves sobre el tema así que me ahorro dar la barrila, pero repito que, como la estrategia electoral desarrollada por Podemos, no tienen ningún efecto transformador ni revolucionario, sino que contribuyen en último término a regenerar y legitimar los fundamentos del sistema.

      Sin embargo, me permito señalar que, al mismo tiempo que pareces desechar algunos de mis planteamientos por sonar «viejunos» o estar desconectados del estado mental de la sociedad española, pareces tener una obsesión inexplicable con el «estalinismo», que primero es, como término, de una utilidad dudosa, y que segundo te ubica en un contexto político-ideológico todavía más avejentado (desde tu propio punto de vista) que aquél que me imputas. Para mitos, querido amigo, los del «antiestalinismo» (te sugiero la biografía de Stalin escrita por Domenico Losurdo). No entiendo, además, por qué insistes en contraponer Podemos a IU y el PCE, cuando mi texto los defiende y critica en el mismo grado que a Podemos.

      En fin, parece que no estás discutiendo conmigo sino con ciertos sectores del PCE y de IU que puede que ni siquiera existan realmente más allá de tu imaginación, aunque ahí dentro hay de todo.

      Saludos.

    • AntiAntis dijo:

      Supongo que cuando dices «mobilizado» te refieres a que nos tratan como muebles. ¿Porque pueden?

  3. reinon dijo:

    Hola. Me ha gustado y me le ha puesto nombre a ciertas cuestiones difíciles de definir con Podemos. Se podría añadir quizás una alusión a los medios de comunicación, ya que con Pablo Iglesias se ha visto claramente el monopolio informativo, comunicacional y simbólico al que estamos «sometidos». Todo empezó con La Tuerka, al que en cada emisión no seguíamos más de 300 o 400 personas que pasaron a ser unos miles. No era mucho, pero era algo que, extrañamente (o no) ni el Partido Comunista ni CCOO (dejo fuera a UGT por razones obvias) nunca hicieron. Los vascos sí lo hacían hasta que les cerraron los medios uno tras otro. Con lo fácil que hubiera sido cerrarles La Tuerka ¿Por qué no lo hicieron? Yo creo que es porque muchos intelectuales y políticos veían el programa, del que extraían ideas y empezaron a pensar que este tío valía y que había que renovar el teatrillo izquierda – derecha porque ya no resultaba creíble. Da igual que sea un teatrillo, que se vea que lo es, que se sepa. Lo importante es que el teatrillo esté ahí y que la gente vaya cuando hay función. Y a eso Pablo Iglesias -si hasta parece que le han elegido el nombre, que es alguien providencial- se ha apuntado desde un primer momento. Personalmente, he dejado de interesarme por él. Desde que hay que tragarse uno o dos anuncios en Público y la Sexta, sin posibilidad de saltarlos, desde que no se ve a nadie del PCPE, de Red Roja, de la CGT o de Amaiur en Fort Apache, me huele todo muy a PSOE. Digo PSOE porque IU parece seguir en babia en el terreno comunicacional y hoy por hoy no son capaces de jugar a esa liga. Por lo demás te invito a leer mi último artículo «Cataluña y el futuro» http://reinonmunoz.wordpress.com/2014/04/11/cataluna-y-el-futuro/

    • Miguel León dijo:

      Gracias por el comentario; me alegra que el texto te haya sido de utilidad.

      En lo que se refiere a la estrategia de comunicación de Podemos, hay mucho que aprender de los aciertos y de los errores. Una cosa que comento con frecuencia, y que es muy ilustrativa, es que La Tuerka acababa de comenzar y generaba una gran expectación cuando el Gobierno declaró el Estado de Alarma en respuesta a la huelga de controladores aéreos. Puedes consultar en YouTube: ni esa semana ni las siguientes La Tuerka dedicó su programa a un tema tan crucial como la decisión de resolver por vía militar un conflicto laboral. Tal vez sea por ese tipo de decisiones por las que nadie ha tenido problemas con La Tuerka ni con Fort Apache, donde con frecuencia se rodean los problemas sin llegar a entrar de lleno en ellos y donde se reproducen, sin necesidad, los patrones de la televisión comercial que son, aunque parecen parte de las «técnicas de comunicación», pilares fundamentales de la ideología de la clase dominante.

      En el caso de IU, me voy a permitir romper (más o menos) una lanza a su favor: su política de comunicación es igualmente «técnica», es decir, está igualmente contaminada por la ideología de la clase dominante, pero desde luego que existe. Lo que sucede es que a Podemos se le concede una visibilidad que a IU se le niega, y el acceso a los grandes medios es fundamental. Pablo Iglesias puede tener ante las cámaras una habilidad interpretativa especial que contraste con la de ciertos miembros destacados de IU (hay varias y fantásticas excepciones), pero lo cierto es que los niveles de audiencia no solamente se miden sino que también se construyen, y por tanto parte del éxito de audiencia de Pablo Iglesias depende de que él ha sido el invitado a participar en debates televisivos y no de su habilidad en comparación con, por ejemplo, Alberto Garzón o Diego Cañamero (por darte dos nombres de gente que engancha bien con el público).

      En cualquier caso, no sé hasta qué punto ser capaz de conseguir éxitos de audiencia es sinónimo de representar una opción política aceptable. Al final supone casar con unos criterios definidos por el sistema para garantizar su propia reproducción, y de hecho, al menos desde cierto punto de vista, puede ser mejor señal de calidad la baja audiencia que lo contrario.

      Echo un vistazo a tu blog, desde luego.

      Saludos.

  4. Alse7 dijo:

    Hola. Me gustaria comentar sin mucha retorica un punto que considero basico. Cuando hablas de que Podemos tiene un discurso vacio olvidas que el objetivo de Podemos es devolver la democracia a las personas. Por lo tanto la ideologia que conforme finalmente podemos sera la de la poblacion española (mayor de edad). Yo quiero legislar y por eso votare a podemos. Yo quiero decidir que leyes se han de aprobar y cuales no, no de forma extensiva sino en las que me afecten. (que no son pocas).
    Por eso entiendo que Podemos no dice ser un partido y no puede definir una ideologia.
    La democracia es muy distinta a una dictadura electa cada cuatro años.(No es una exageracion tras ver lo que los partidos prometen y lo que hacen).
    Un cordial saludo.

    • Miguel León dijo:

      Querido amigo,

      Ante, todo, una vez más, gracias por comentar. Tienes razón en que recuperar la democracia es un objetivo básico, pero no hay objetivo más ideologizado de entrada que la democracia, porque como «democracia» significa tantas cosas, es necesaria una delimitación que, o se plantea discursivamente y se refrenda con la práctica, o viene dada, como tú sugieres, por lo que la población española decida. No hay nada más ideológico (en la teoría y en la práctica) que la democracia, y pretender que es sólo una cuestión de procedimiento es regalarle el partido a la ideología de la clase dominante. Me explico:

      Como la democracia es el poder del «demos», del pueblo, lo primero que hay que hacer es definir quién forma parte del «demos» y quién no. Y, aunque sea solamente por criterios de edad o ubicación territorial, siempre hay un «afuera» del «demos». Pero además la práctica instituye otras diferencias que no tienen que ver directamente con las ideas que uno tiene (y asumamos, que ya es mucho asumir, que el «sentido común» de este país sea «de izquierdas»), sino con otro tipo de cuestiones: por ejemplo, con el poder adquisitivo o con la organización del tiempo de vida, que dará lugar no solamente a que una gente participe más que otra, y a que haya gente que no participe, sino además a que la participación se guíe por la protección de intereses (fundamentalmente relacionados con la propiedad) que forman parte del sistema aunque creamos que son exclusivamente nuestros.

      ¿Es la solución a nuestros problemas participar directamente en la legislación?, ¿lo es estar votando cada dos por tres como en Suiza? Apunto, por si nos sirve para darle una vueltecita al problema, que el caso de Suiza es ilustrativo: las iniciativas populares que prosperan, se votan en plebiscito, y son aprobadas suponen, en un elevadísimo porcentaje, la limitación de los derechos de otros (los minaretes en las mezquitas, la reducción de las cuotas de aceptación de inmigrantes…). ¿Por qué esto es así? Probablemente porque Suiza es desde el punto de vista de los procedimientos mucho más democrática que España pero, en lo que se refiere a las condiciones materiales que hacen posible una democracia, es tan oligárquica como cualquier otro país europeo.

      Me dirás que legislando y democratizando las instituciones de gobierno se pretende incentivar ese cambio social pero, como ya apuntaba en una respuesta a otro comentario, el electorado que vota no es una manifestación del poder constituyente sino una expresión de poder del gobierno constituido. No será el voto lo que traerá el cambio social, sino el cambio social lo que permitirá dar un nuevo sentido al voto.

      Si Podemos es la excusa para que la gente que se ha incorporado a los círculos termine discutiendo estas cuestiones y se ponga manos a la obra, seré el primero en celebrarlo; pero ese cuestionamiento pondrá en peligro el liderazgo de los promotores y veremos qué resulta de ese conflicto y cuánto tarda Podemos no ya en ser un partido (no hay nada malo en eso) sino en ser un partido igual o peor que los demás.

      • root dijo:

        Añadir a la respuesta de Miguel León que el ejemplo de Suiza (y otros) ha demostrado que efectivamente por mucho referéndum que se celebre el poder real sigue residiendo en los que más tienen. Sin ir mas lejos en la propia Suiza han refrendado en 2 ocasiones por referéndum popular el mantenimiento de su estatus de paraíso fiscal y secreto bancario. La única «democracia real» que puede existir seria la elección de las ideas por si mismas, sin ningún factor que dirija dicha elección en favor de los intereses de nadie. Esa elección de ideas solo sería posible en una sociedad en la que para empezar no existieran intereses económicos o de poder por parte de nadie. Sería necesaria además una población bien formada e informada con total libertad para tomar esas decisiones. Estamos muy lejos de cumplir esas condiciones, infinitamente lejos.

  5. Álvaro Solaz dijo:

    Hola Miguel.
    Gracias por ilustrar una parte de la situación que vivimos que necesita de estas luces.
    A pesar de las dudas, estoy involucrado en la creación de un círculo con la «marca Podemos». Lo que me anima a participar es cierta ilusión de una mejora social (aunque dudo del sentido que esto tiene en un planeta ambientalmente sentenciado a muerte), y cuento con esto no tanto por lo que dicta el «aparato» de Podemos, sino promoviendo in situ debates que aborden entre otras cosas, los temores que manifiestas en tu artículo.
    Te invito, no, más bien te ruego si no es ya el caso, que participes haciendo llegar (a los círculos, por ejemplo) tus inquietudes y conocimientos. La madurez social necesaria para el cambio se promueve con la divulgación y participación activa de gente preparada como tu.
    Gracias y un saludo.
    Álvaro

    • Miguel León dijo:

      Gracias, Álvaro, por escribir.

      Tengo decenas de amigos implicados en los círculos, pero a diferencia de ellos yo no creo que, en las condiciones actuales, eso signifique más que hacer un montón de esfuerzos que van a ser o bien ignorados o bien fagocitados por un núcleo dirigente ajeno a todo control. Hay, desde luego, otros espacios (y si no los hay, intentamos construirlos), donde es posible trabajar con confianza y perder menos el tiempo (o perderlo por responsabilidad propia y no por los obstáculos que colocan otros). Eso de remar hacia no se sabe muy bien dónde y a regañadientes lo he hecho ya más veces de las necesarias.

      En cualquier caso, nada me gustaría más que descubrir que textos como el mío desatan un debate dentro de los círculos y contribuyen a desbordar Podemos por abajo (esa es, idealmente, la función que tiene). El problema es que, tal y como yo lo veo, Podemos está demasiado bien hecho como para que pueda desbordarse sin convertirse en otra cosa y tal vez perder parte de su pujanza actual. Aun así debo añadir que estaría encantado de participar, si a algún círculo le apeteciera organizarlo, en un debate sobre los aspectos señalados por mi texto y sobre algunos otros que han quedado en el tintero. «Saber dónde está la trampa es el primer paso para evitarla».

      Saludos.

  6. Gregorio dijo:

    Sin duda es un texto bastante sugerente sobre la marca podemos, sin necesidad de estar de acuerdo con todas las conclusiones políticas que se derivan del análisis. Desde ese punto de vista, el otro día, en uno de los grupos de discusión también llamados círculos, estuvimos precisamente comentando el interés que podría tener contar con su autor en un debate público. Sería en Madrid y, a ser posible, durante el verano.

    De momento el acto es solo una idea pero, Miguel, si lo ves posible, ponte por favor en contacto conmigo y vemos más detalles.

    Salud y muchas gracias!

  7. Pingback: Los tabúes de Podemos

  8. root dijo:

    Comparto algunas cosas del análisis, Podemos al fin y al cabo es un partido y como tal tiene una estructura de poder. Dentro de todos los partidos hay miserias y luchas internas por el poder, los cuchillos vuelan y las puñaladas traperas están a la orden del día, eso lo sabe cualquiera que alguna vez haya estado en un partido. Es infantil pretender tener un funcionamiento transparente y abierto en cualquier grupo de personas partiendo de la materia prima humana de la que disponemos hoy en día. Lo grave es creer hacer pensar a la gente que cualquier partido puede dejar de tener esas miserias solo por pretenderlo o incluso por aparentar pretenderlo y lo mas grave aún es que mucha gente se lo crea y lo argumente públicamente. Para mi es la jugada de siempre del poder con la que se perpetua a si mismo, una inyección de sangre nueva a esta plutocracia disfrazada de democracia en la que vivimos que ya estaba oliendo muy mal y amenazaba cadáver. Se trata de volver a legitimar el sistema para mucha gente entre la que los partidos y la política en general estaba perdiendo legitimidad. Legitimar y perpetuar, esa es la clave y para conseguir eso el poder (el autentico poder, no los políticos) está dispuesto a hacer ciertas concesiones que a la larga se verá que no eran mas que puramente estéticas.

    Por otra parte sigues reivindicando conceptos como las «izquierdas» y «derechas». y las «clases sociales». Dichos conceptos son completamente anacrónicos y absurdos hoy. Son conceptos nacidos en una realidad de hace 2 siglos, una realidad totalmente diferente a la actual. Una realidad en la que de verdad existía por ejemplo una «clase obrera», masas de millares de obreros industriales o jornaleros agrícolas, Grupos de incluso millones de personas con los mismos ingresos, el mismo trabajo extenuante y alienante, las mismas duras condiciones de vida y que sufrían la misma explotación. Todos ellos provenían de familias que tradicionalmente habían tenido pocos recursos, tenían nula o escasa formación y lo mas importante compartían prácticamente al 100% los mismos intereses personales. Hoy en día eso sencillamente no existe, no hay fábricas con miles de trabajadores que se turnan al ritmo de un silbato, es difícil encontrar una fábrica que llegue siquiera a los 50. No hay grandes masas de jornaleros, los últimos grupos de ellos que aún se dedicaban a vivir como nómadas desplazándose a campañas de recogida como la vendimia francesa están prácticamente desaparecidos debido a la automatización y la poca mano de obra aún necesaria se cubre con una mezcla muy heterogénea de gente. Las supuestas «clases sociales» están tan entremezcladas y diluidas que es imposible distinguirlas, encuentras albañiles neonazis y arquitectos comunistas, barrenderos que votan al PP y directores de hospitales que votan a IU. En las protestas callejeras donde antaño encontrabas una masa uniforme de de obreros y jornaleros hoy encuentras una multitud de una variedad indescriptible, desde emigrantes a profesionales liberales tradicionalmente considerados «burgueses», desde amas de casa a funcionarios de alto rango, desde gente bien vestida proveniente de familias pobres a hijos de ricos con rastas en el pelo. Los que se reivindican de «izquierdas» proponen cercenar libertades básicas como las libertades de información y comunicación, mientras que las supuestas «derechas» proponen atacar el poder económico especulativo gravando impuestos a las viviendas vacías. Sinceramente, seguir con esos conceptos hoy como pilares de una ideología me parece un claro síntoma de falta de ideas contemporáneas, me parece aferrarse a unas realidades pasadas que ya no existen. El problema es que mucha gente necesita seguir usando esos conceptos para estructurar sus ideas que siguen siendo de base las ideologías de hace 2 siglos. Los «politólogos» o «intelectuales» de la política no han sabido actualizar sus planteamientos a la realidad, no se enseña ninguna teoría política realmente contemporánea en ninguna facultad de ciencias políticas. No es extraño en vista de lo rápido que el avance exponencial de la tecnología transforma la realidad. Ninguna ideología clásica es capaz de adaptarse a ese ritmo de transformación.

    • Miguel León dijo:

      Estimado Root, gracias por tu comentario.

      En lo que se refiere a lo que consideras nuestros puntos en común, estoy de acuerdo, claro, en que Podemos corre el riesgo de funcionar como un balón de oxígeno para el sistema y, por tanto, como una losa frente a quienes están realmente preocupados por forjar un cambio social radical. No sé si te compro sin más el pesimismo antropológico que impregna tu comprensión de lo que es una organización política, porque una cosa son las miserias humanas y otra la irresponsabilidad de meterse en política sin intentar ni saber arrinconarlas como es debido.

      Dicho eso, me resulta difícil no dar réplica a la segunda parte de tu comentario porque, me vas a perdonar que lo diga con tan poco tacto, hacía mucho que no me cruzaba con alguien que, pretendiendo estar de vuelta de todo, en realidad no hubiera ni emprendido el trayecto de ida.

      Me refiero básicamente a la cuestión de las clases sociales y su «superación histórica», y si me resulta especialmente urgente responderte a eso es porque no se trata de algo que se te ocurre a ti sino que pulula por ahí como parte de ese «sentido común» al que Podemos interpela. Una parte sustancial de lo que quiero decir lo explica Nega con muchísima claridad en el artículo que enlazo en la nota [12] del artículo, pero voy a ahondar en el asunto dándote un par de referencias un poco más sesudas, por si acaso los ilustrativos párrafos de la voz de Los Chikos del Maiz no fueran suficiente para hacerte ver que vas de bruces contra la realidad.

      Vamos a ver: la cosa esa de las grandes masas de obreros industriales es en realidad una ficción política, probablemente alimentada por el imaginario marxista tradicional y que ha venido muy bien al discurso ideológico dominante para hacernos creer que «los tiempos han cambiado». El análisis «de clase» que es pilar fundamental de todo marco interpretativo de inspiración marxista o marxiana es un análisis que no parte de inventarse la clase obrera industrial donde no la hay (como Nega dice con muy buen sentido: Marx escribe antes del desarrollo del fordismo) sino simplemente de considerar que la realidad social que nos rodea está atravesada, determinada fundamentalmente, por la articulación conflictiva entre «capital» y «trabajo», donde además ambos términos no son monolíticos, sino que están atravesados por otros muchos conflictos (capital productivo y capital financiero, trabajo manual y trabajo intelectual…) que se resuelven temporalmente gracias a esa gran contraposición. En términos políticos, ese análisis permite establecer un objetivo político, no económico, que es la unificación política de aquellos que están del lado del «trabajo» frente a la unificación política que existe de hecho, gracias al Estado, entre quienes están del lado del «capital». Y evidentemente esa división política no coincide perfectamente con la división económica, porque de toda la vida hay arquitectos comunistas y albañiles nazis (las bases sociales del III Reich son muy ilustrativas al respecto). Cuanto más atrás te vas en el tiempo, más fácil es ver que la figura del obrero industrial como expresión fundamental de la clase trabajadora es más bien una ficción que siempre ha jugado un papel limitado en términos económicos incluso si políticamente era importantísimo (y aun así habría que señalar que muchas de las «revoluciones socialistas» del siglo XX tienen lugar en Asia y que los protagonistas no son obreros industriales sino campesinos). Al hilo de este asunto, te recomiendo encarecidamente leer el textito «Los nuevos movimientos sociales de principios del siglo XIX» de Craig Calhoun; aunque no te lo creas, estimado Root, la Historia NO es una patraña.

      Como además la articulación entre capital y trabajo se materializa en un mundo muy concreto, en el que hay centro y periferia, Norte y Sur, Oriente y Occidente… resulta que la división internacional del trabajo da lugar a una serie de distorsiones que contribuyen a que uno pierda de vista que, de hecho, hay unos que producen riqueza, otros que la expropian, y una masa indeterminada de gente sujeta al trabajo asalariado que no crea exactamente riqueza (o la crea en porciones absolutamente ridículas) sino que en último término se beneficia de la gran extracción de riqueza que se produce fundamentalmente en ramos de la economía y en regiones geográficas muy concretas. Y el papel de España en esa división internacional del trabajo siempre ha sido raro, porque si bien hemos tenido industria (y la seguimos teniendo) nunca hemos sido realmente una potencia industrial, sino que una parte importante de los trabajadores pasaron directamente del campo a la ciudad pero no para trabajar en la industria sino para incorporarse al sector servicios (que es en gran medida ese que no produce riqueza sino que sirve para mantener en movimiento la riqueza generada en otros sectores y en otros lugares). Y, ya que hablamos del campo, no sé desde dónde me escribes pero podrías darte un paseo por las zonas rurales agrarias de España (pienso fundamentalmente en Castilla La Mancha, Andalucía y Extremadura) y cuando vuelvas me dices qué pasa con la mecanización, la distribución de tierras y la vida de los jornaleros, que ahí siguen incluso si cuantitativamente no son tan relevantes como antaño. Si prefieres hablar de la industria, me limito simplemente a invitarte a que leas «Puta fábrica», un cómic francés publicado en España por La Oveja Roja, y que leas el relato autobiográfico de un tío que a día de hoy sigue trabajando en una planta petroquímica: ¿sabes cuál es el tema que trata con más frecuencia? La muerte en el trabajo. Y no estamos hablando de una mina, donde todavía se puede aducir que hay riesgos imprevisibles que tienen que ver con las fuerzas de la naturaleza, y que es un sector hasta cierto punto en declive, sino de una fábrica donde absolutamente todo es producto de la técnica humana (y por tanto está potencialmente sujeto a controles mucho más estrictos) y que se integra en uno de los sectores económicos más boyantes (al menos de momento).

      Todo esto lo escribo en realidad para que veas cómo desde un marco interpretativo netamente marxiano (todo lo dicho es aplicación directa de «El Capital») es posible dar cuenta de esa supuesta superación histórica de las clases sociales mostrando que en realidad siempre han sido así de heterogéneas y que, por tanto, el discurso obrerista es, con sus pros y sus contras, reflejo de una realidad política y no meramente económica (si bien lo económico siempre es político y, por tanto, el enfrentamiento entre capital y trabajo no es una ficción ideológica sino un hecho objetivo).

      A partir de ahí, tengo que reconocer que me quedo boquiabierto cuando dices que no hay intereses comunes. No sólo los hay, sino que además las determinaciones económicas que contribuyen a formarlos son mucho más importantes de lo que creemos: ¿cuánta gente de clase obrera no comparte hoy en España el interés fundamental de conseguir un empleo?, ¿y cuántos capitalistas no comparten hoy en España el interés fundamental de abaratar todavía más el despido y debilitar la negociación colectiva?; ¿cuánta gente de clase obrera no comparte hoy en España el interés de conservar una vivienda digna y adecuada a sus necesidades?, ¿y cuántos capitalistas no comparten el interés de mantener en la medida de lo posible un mercado hipotecario que dé continuidad a la economía de casino?

      Es más, cuando vemos el crecimiento del número de trabajadores autónomos (sean realmente tales o trabajadores por cuenta ajena encubiertos) no estamos solamente ante un hecho económico derivado de la evolución de la economía mundial, la automatización de la gran industria y el desarrollo de las nuevas tecnologías, sino también ante un fenómeno incentivado porque un empresario, por modesto que sea, tiene intereses objetivamente distintos a los de un trabajador por cuenta ajena (aunque se restrinjan solamente a la distribución de las cuotas de seguridad social, y desde luego son más amplios). El mismo tipo de diagnóstico se puede aplicar al elevado número de casas en propiedad y al coste desorbitado de los alquileres, o al debilitamiento de las organizaciones sindicales como instrumentos de presión política en el ámbito laboral.

      Si te das cuenta, en todo lo que he escrito hasta ahora la palabra «izquierda» no la he empleado ni una sola vez, porque no me hace falta. Mi uso del término «izquierda» en el texto es irónico, y sirve para mostrar las contradicciones de quienes por un lado se autodefinen como «de izquierdas», después niegan que la claridad ideológica sea importante, y finalmente contribuyen a legitimar las instituciones que crean el fantasma «izquierda/derecha» para ocultar la oposición que realmente debería interesarnos, que es «capital/trabajo».

      Una última nota sobre el tema de la tecnología, que al final parece ser, según tu visión del mundo, la variable independiente que todo lo desborda. Si te tomas el tiempo de leer algo sobre teoría e historia de la técnica (por ejemplo Lewis Mumford o cualquier cosas de la Escuela de Frankfurt) te darás cuenta de que la técnica es fundamentalmente producto y no sólo resultado de las relaciones sociales existentes. Por tanto, no te preguntes solamente cómo va a revolucionar Internet el mundo (que lo está haciendo y lo hará), sino también (sobre todo) por qué le interesa al mundo en que vivimos el desarrollo de Internet.

      De la chorrada (siento ser tan tajante, pero no me dejas otra opción) de la izquierda y la libertad de información lo siento pero prefiero no decir apenas nada, porque simplemente no se sostiene: la regulación pública de los medios de comunicación (imagino que te refieres a eso) no impide en absoluto a los grandes agentes mediáticos mantener campañas de acoso y derribo pero refuerza el derecho general a la información y la comunicación. ¿O es que en un país en el que Antena3 y La Sexta (dos canales, se supone, ideológicamente incompatibles) son propiedad del mismo grupo empresarial se está garantizando la libertad de información?

      En fin, tengo que reconocer que me he quedado a gusto; igual así consigo que la próxima vez le des un par de vueltas antes de decir lo primero que se te pasa por la cabeza como si fuera un hecho incontestable y quedarte tan pancho.

      • root dijo:

        Estimado Miguel, me suele ocurrir que cuando expreso mis ideas al principio la gente tiende a pensar que están poco meditadas y poco informadas para luego darse cuenta que no es así. Lejos de ofenderme tu postura de darme lecciones de historia me enternece y me gustaría que reflexionaras acerca de lo mucho que escribes para lo poco sustancioso que dices. Si necesitas escribir demasiado para explicar algo quizá sea porque intentas defender una teoría demasiado compleja. Paso a contestar algunas cosas concretas.
        1) Las miserias humanas no se pueden arrinconar, no sirve de nada intentar hacerlo. Tarde o temprano esas miserias salen a flote en toda su pestilente gloria y lo mas sano sería empezar por reconocerlas y airearlas. De todas formas lo mio no es un «pesimismo antropológico» sino un realismo social. Me limito a describir como es nuestro comportamiento bajo la doctrina de este sistema y no dudo de que bajo otras circunstancias las cosas podrían ser muy diferentes.
        2) Cuando hablas del «sentido común» del que habla «podemos» relacionándolo con mis ideas te equivocas de plano, no conoces mi ideología pero te atreves a apostar sobre ella. Te puedo asegurar que ninguna de las influencias de mi pensamiento tiene absolutamente nada que ver con «podemos». De hecho los «politólogos» de podemos realmente también siguen creyendo en «izquierdas», «derechas» y «clases sociales» aunque como bien dices hablen de ello con la boca chica considerándolo una especie de tabú.
        3) Las grandes masas de obreros industriales NO son ficción política. Tampoco digo que fueran algo absolutamente universal, la llamada «revolución industrial» no se dio en todas partes pero en gran parte de Europa esas masas de obreros fueron una realidad tan palpable que es sorprendente que alguien se atreva a negarlo de forma tan rotunda. Si me dices algo comparable a negar que el sol sale por la mañana no contribuye a la credibilidad de lo que escribes. Afortunadamente hay multitud de documentos que lo atestiguan, incluso filmaciones. No es casualidad que una de las primeras secuencias de cine rodadas en la historia por los hermanos Lumiere es el cambio de turno de una de esas fábricas donde cientos de obreros entran y salen. De verdad, si sigues engañado al respecto dímelo y te busco documentación.
        4) Yo no he hablado solamente de «obreros industriales» también he hablado de jornaleros agrícolas como parte de esa «clase obrera» que existía hace 2 siglos.
        5) La «revolución industrial» y las grandes masas de obreros son anteriores al «fordismo», en la Inglaterra victoriana ya eran toda una realidad.
        6) El concepto de «clase» social no es un invento de Marx, varios autores desde anarquistas a capitalistas ya hablaban de ello antes que Marx, el cual simplemente se limitó a utilizar e intentar definir un concepto que en aquel momento tenía sentido.
        7) En ningún momento he escrito que la historia (en general) sea una patraña, no se porqué pones precisamente eso en mayusculas como si estuvieras negando gravemente mis palabras. De hecho pienso que tienes más que aprender de la historia yo, en vista de algunos hechos del pasado que parece tienes un poco confusos por no decir equivocados.
        8) Para intentar dar sentido actual al concepto de «clase social» escribes una larga y florida parrafada en la que no eres capaz de hacer una definición clara y sencilla de en que consisten dichas clases. Si sabes algo sobre la «navaja de Ockham» podrás ver que las teorías mas complejas no suelen ser las correctas. Si bien es cierto que la realidad es compleja y a menudo no se puede describir con teorías simples en este caso el problema es el de intentar encajar en la complejidad actual un concepto simple elaborado en una época en la que la realidad era más sencilla y dicho concepto tenía sentido. Para poder contestar semejante verborrea me voy a permitir intentar sintetizar tu postura en que las supuestas «clases» actuales se dividen entre quienes están del lado del «trabajo» y los que están del lado del «capital». Pues bien, si la teoría es correcta, los registradores de la propiedad, los abogados testaferros, los periodistas de las agencias de lavado de imagen al servicio de grandes multinacionales ¿están del lado del «trabajo» o del lado del «capital»? Si me vas a escurrir el bulto diciendo que pertenecen a la «masa indeterminada» mejor ahorratelo porque eso no contesta la pregunta.
        9) No por casualidad vivo en una casa rodeada de campos de naranjos por 3 de sus 4 costados y por la zona también hay olivos y caquis. No por casualidad conozco perfectamente la situación de la realidad agrícola local en la cual los jornaleros son algo no ya poco «relevante» sino casi anecdótico y apunto de desaparecer gracias a la mecanización. Las pocas cuadrillas que aun quedan para recoger los campos que aún no se han mecanizado no son de jornaleros profesionales sino simples trabajadores en paro de todo tipo y toda procedencia, desde inmigrantes subsaharianos hasta chavales con estudios universitarios. Trabajan en el campo 2 o 3 semanas al año, no más. Las cuadrillas las organizan las cooperativas agrícolas, formadas por pequeños propietarios, no por grandes «patronos» aunque son las cooperativas también las que compran cosechadoras que acaban con las cuadrillas. Aunque hay algunos latifundios casi ninguno se dedica a la agricultura y prefiere dejarlo como coto de caza. La mayoría de campos productivos son pequeñas propiedades cultivadas directamente por sus propietarios. Esa es la realidad que yo conozco y tu evidentemente no. Si te atreves a siquiera relativizar el impacto de la mecanización en el mundo agrícola, si te atreves a decir que cosas como esto ( http://www.sabor-artesano.com/imagen/cultivo-olivo-seto/aceite-oliva-superintensivo.jpg ) no son «relevantes» es que estas peor que ciego, es que no quieres ver la realidad.
        10) Por mucho que existan comics de fábricas francesas donde hay muertes por accidentes laborales no significa que exista hoy una «clase obrera». No digo que no existan trabajadores ni explotación en el trabajo, solo digo que la realidad de las personas que trabajan actualmente es demasiado compleja para identificarlos con ninguna «clase». Ni siquiera la mayoría de esos mismos trabajadores tiene nada que se pueda calificar de «conciencia de clase». No serían capaces de hacer por ejemplo huelgas de solidaridad que paralicen cientos de empresas durante meses como ha ocurrido sin ir mas lejos en este país hace ya mas de 100 años. Aunque haya algunos casos aislados de trabajadores que aún se sientan identificados con ese añejo concepto de «conciencia de clase» no significa que sea una realidad. Se supone que el concepto de «clase» debe definir a grandes masas de gente que no solo comparte una idea y unas circunstancias personales sino que actúa en consecuencia. No existen ya esas masas, no existen las circunstancias comunes ni mucho menos las conciencias comunes.
        11) Mi interpretación de la realidad actual no tiene nada de «marxiana» por si acaso es eso lo que piensas ya que hablas tanto de Marx. Es mas sencillo que teorías de libros centenarios. Me baso en la simple observación y análisis y te aseguro que tengo muchos kilómetros de ambas cosas.
        12) Un consejo para reducir la pomposidad y extensión de tu discurso, por ejemplo en vez de cosas como «desde un marco interpretativo netamente marxiano» puedes escribir «según Marx» y se entiende incluso mejor.
        13) Tampoco digo que no existan en absoluto «intereses comunes» sino que no forman una masa de gente suficiente para hablar de «clase». Son en todo caso grupos de interés y casi siempre esos grupos incluyen personas de procedencias muy heterogéneas que en otras áreas fuera del interés del grupo a lo mejor no coinciden en absoluto con el resto.
        14) La explicación por la cual hay mas autónomos no explica que sigan habiendo «clases sociales», da igual porqué lo sean, estas incurriendo en una falacia bastante común al intentar argumentar eso. El hecho relevante es que simplemente existen, hay MUCHOS más trabajadores «autónomos» y eso difumina aun más el concepto de la «clase» a la que se supone que pertenecen.
        15) Puede que en tu respuesta a mi mensaje no utilices el término «izquierda» pero
        en el artículo principal si que lo mencionas y pareces bastante convencido de su existencia. Si al final resulta que como yo, no crees en la izquierda ( a pesar de haber escrito cosas como «Podemos tiene entre sus apoyos a célebres intelectuales de la izquierda» ) sino en una dicotomía simplista de trabajo/capital pues acepto barco como animal de compañía. No hablemos pues mas de Izquierda y centremos el debate en «clases».
        16) Me sugieres que me pregunte porqué le interesa al mundo el desarrollo de Internet. Esto me hace pensar que no eres consciente de algo fundamental respecto a la tecnología y seguramente sea porque aún no lo has leído en ningún sesudo análisis de «teoría e historia de la técnica» pero no te preocupes que te lo voy a contar yo. Es muy sencillo, una tecnología avanza cuando es útil y tiene sentido, cuanto más útil y mas sentido tiene más rápida y poderosamente avanza, hasta el punto que ni todas las fuerzas de la sociedad juntas son capaces de detener el avance de una tecnología que tiene todo el sentido, como mucho conseguirán frenarla pero no detenerla. Por lo tanto la pregunta que planteas está fuera de lugar. Imagino que piensas que Internet es una especie de estrategia a largo plazo del «capital» para espiarnos y controlarnos cuando no es así en absoluto. Internet es sencillamente una tecnología muy útil con mucho sentido que avanza A PESAR de los intereses de eso que llamas «capital». De hecho lo que ha ocurrido es que durante un tiempo ha avanzado tanto y se ha convertido en un fenómeno tan importante que se les ha ido bastante de las manos a los intereses del poder y eso ha generado cosas muy interesantes (y grandes cantidades de basura también, como toda actividad humana). Ahora, después de una época dorada de relativa libertad en internet, diferentes lobbys de poder están empezando a reaccionar lentamente, cortando las libertades en internet y usándolo como herramienta de control, les ha costado años darse cuenta. Pero ten por seguro que todo esto no era algo muy planificado, ten por seguro que DARPA no colaboró en el inicio de Internet pensando en lo que se iba a convertir no hoy, sino hace 10 años.
        17) Cuando hablaba de la «izquierda» cercenando la libertad de información me refería a cosas como una ministra «socialista» aprobando la Ley Sinde que lleva su propio apellido por mas señas. Ahora a ver si tienes la desfachatez de contestar que es una «chorrada» porque Sinde no es de «izquierda» aunque ella si se autodefina como tal.

        Me haces también algunas preguntas y como no me gusta dejar nada sin contestar te las contesto citándolas una por una para que veas que no obvio ni esquivo ni uno solo de tus argumentos. Si te soy sincero en este caso contesto con gusto porque me lo pones a huevo. Me divierte hasta que punto te equivocas conmigo, hasta que punto fallas cuando te imaginas como vivo o lo que pienso, pero también como fallas al no darte cuenta de realidades actuales.

        «¿cuánta gente de clase obrera no comparte hoy en España el interés fundamental de conseguir un empleo?» — Parece que para contestar la pregunta hay que aceptar la premisa de que la «clase obrera» existe hoy, ¿es una pregunta trampa? Bueno, voy a imaginar que ha sido un lapsus por tu parte (para no asumir que eres incapaz de articular tu discurso sin dar por supuesto un dogma) y para evitar hablar de «clase obrera» intentaré encasillar a la gente en esa dicotomía que tu mismo defines de trabajadores/capitalistas. Veamos, yo mismo muy «capitalista» no debo ser, de hecho me extrañaría que conocieras alguien con menos dinero que yo. Hace años que no pago nada con dinero básicamente porque ni lo tengo ni lo necesito. Tampoco tengo ningún interés por conseguir empleo. ¿Me convierte eso en «masa indeterminada» o soy sencillamente una excepción asumible dentro de tu teoría? Y si en vez de ser yo solo fueran miles de personas las que ni tienen dinero ni buscan conseguir un empleo ¿seguiría funcionando tu teoría? ¿Has oído hablar de los ni-ni o de los hikikomori? ¿no los conoces o son realidades que prefieres ignorar porque no encajan en tu modelo y no quieres ver que «vas de bruces contra la realidad»?

        ¿y cuántos capitalistas no comparten hoy en España el interés fundamental de abaratar todavía más el despido y debilitar la negociación colectiva? — Pues no se cuantos exactamente pero haberlos haylos. Yo conozco personalmente a uno que podría encajar bastante bien en tu lado capitalista de la dicotomía. Es el dueño de una empresa de serigrafía valorada en varios millones de euros. Tiene unos 25 empleados y no le preocupa abaratar el despido, al contrario, busca profesionales competentes y fiables para contratarlos a largo plazo y les sigue haciendo contratos indefinidos aunque no tendría porqué hacerlo. Además él mismo está afiliado a un sindicato como trabajador de su propia empresa y hace proselitismo de su sindicato entre sus trabajadores. ¿Te lo puedes creer? Pues es una realidad, y a diferencia de lo que pienses no es una excepción tan extraña hoy en día. De hecho se puede encontrar auténticos multimillonarios que ni siquiera trabajan seriamente (nada sospechosos de estar en el lado trabajo de la dicotomía) no ya despreocupados por el despido sino que defienden pública y abiertamente la idea de subir los salarios y aumentar los impuestos a los ricos. Me voy a divertir viendo como intentas encajar por ejemplo a tipos como este dentro de tu modelo. http://www.youtube.com/watch?v=GbPrdq2Zl4U Igual después de ver el vídeo te piensas que el mundo va a implosionar por exceso de incoherencia pero lo único que falla es tu modelo, no la realidad.

        ¿cuánta gente de clase obrera no comparte hoy en España el interés de conservar una vivienda digna y adecuada a sus necesidades? — Vaya ¿otra pregunta trampa que implica aceptar la existencia de la «clase obrera» hoy? Volviendo a tu dicotomía de trabajadores/capitalistas resulta que hay gente que no encajan dentro del lado capitalista pero tampoco quieren una vivienda, gente por ejemplo como estos http://www.playgroundmag.net/musica/noticias-musica/actualidad-musical/nomadas-por-la-fiesta-cuando-tu-vida-consiste-en-rodar-de-rave-en-rave Pero en cualquier caso no entiendo a que viene tu pregunta. ¿Acaso los «capitalistas» no quieren vivienda? ¿que carajo intentas argumentar con esta pregunta?

        ¿y cuántos capitalistas no comparten el interés de mantener en la medida de lo posible un mercado hipotecario que dé continuidad a la economía de casino? — Pues haberlos haylos, probablemente no sean mayoría y ninguno llegue a presidente de la CEOE pero no faltan los «capitalistas» que se quejan del mercado financiero, especialmente entre aquellos que tienen intereses en la economía «productiva». De hecho existen incluso sesudos teóricos del capitalismo que echan pestes de toda la «economía financiera», la culpan de todos los males, proponen abolir totalmente los bancos y cualquier clase de entidad financiera. Si no los conoces debe ser que no te has leído esos libros porque no son de la «Escuela de Frankfurt».

        Finalmente te pido que si vas a contestar intentes hacerlo de forma escueta, que no sueltes una tremenda chapa como la anterior obligándome a escribir otra chapa para contestarte adecuadamente a todo. Intenta no usar muchas florituras dialécticas que no me impresionan, sintetizar y centrarte en aquellas cosas que consideres realmente argumentos de peso que merezca la pena ser discutidos, no escribir «lo primero que se te pasa por la cabeza como si fuera un hecho incontestable y quedarte tan pancho», «chorradas» como preguntar cuanta «clase obrera» quiere una vivienda.

        • Miguel León dijo:

          Querido Root, gracias por tu parrafada de respuesta a la mía, así como por el otro comentario que has dejado un poco más arriba. Me pides brevedad y la vas a tener, puesto que para responderte por extenso tendría que repetir de forma prácticamente literal mi mensaje anterior. Como no hablamos de una evidencia empírica (yo no niego absolutamente ninguna de las que supuestamente refutan mis argumentos) sino de la pertinencia de un marco de interpretación (y lo siento pero no es sólo Marx ni marxismo lo que lo sustenta), resulta muy difícil llegar a algún punto razonable con alguien que, atrapado por las metamorfosis del presente, no puede y no quiere ni abstraer ni mirar al pasado si no es para decir ¡vaya! que los obreros son anteriores al fordismo, cuando la referencia al fordismo depende del artículo de Nega y por tanto viene justificada por razones que no has tenido en cuenta (no sé si porque te niegas a leerlo, pero es mucho mejor que mis parrafadas). Todo mi argumento iba encaminado a señalar la heterogeneidad real de la supuesta «masa obrera» indiferenciada, que aún así compartía y comparte hábitos de vida y consumo.

          Resumiendo: no puedo responder a nada porque todo está ya respondido, y mucho me temo que, estando de acuerdo (como estamos sin duda) en muchas cosas, hay otras que no podemos tratar con un mínimo de seriedad porque tú renuncias de entrada a un marco de interpretación de largo recorrido que yo considero, por razones científicas y políticas, imprescindible. Eso crea un diálogo de sordos que tiene mal arreglo, pero soy tan tozudo como la realidad.

          Hay si acaso un aspecto que quedaría por desarrollar que es el de la creciente masa de personas que no puede ser absorbida por el mercado de trabajo. Eso tiene, desde luego, su interpretación marxiana y además es un hecho (sí) relativamente novedoso y de una importancia sustantiva. Como no sé si te interesa, y para explicarlo me haría falta otra parrafada, te dejo nombres fundamentales: Robert Kurz y Moishe Postone. Mejor leer las suyas que las mías.

          La finalidad de estos comentarios (de que estén abiertos y yo los responda) es enriquecer la discusión. Me parece que la dialéctica de nuestra discusión lo ha hecho hasta donde podía llegar.

          Saludos.

          • root dijo:

            Estimado Miguel, también me suele ocurrir que la gente que debate conmigo lejos de razonar acaba cerrándose en banda para no tener que acabar reconociendo un error y rectificando que sería lo más maduro e inteligente. A estas alturas ya no me sorprendo de que ocurra, ni siquiera me entristezco, tengo de sobra asumido que es otra de esas muchas miserias humanas contra las que poco o nada se puede hacer en este sistema. He de reconocer de todas formas que esperaba que aguantaras un poco más pero se ve que eres mas espabilado que la media y te has dado cuenta antes que si sigues intentando contestarme te vas a meter en un berejenjenal del que te va a resultar muy difícil salir airoso. Por ello cortas por lo sano y pones como excusa para no contestarme la ridícula mentira de que ya me has contestado. ¿A quien pretendes engañar? a estas alturas ¿crees que alguien aparte de tu y yo está leyendo estos tochos que nos cruzamos? Como mucho te engañas a ti mismo y aunque soy consciente que el autoengaño es muy poderoso ( http://glosariodigital.blogspot.com.es/2014/07/estrategias-de-la-mente-el-autoengano.html ) espero que no pretendas seriamente proyectarlo sobre mi y que yo me lo crea también. La cruda verdad es que no contestas porque no puedes. No contestas ni una sola de las realidades que te he expuesto y que contradicen tu modelo porque harías demasiado el ridículo intentando negarlas o excusarlas, sería demasiado incluso para tu propio autoengaño. Tampoco contestas ni una sola de las preguntas que te he planteado porque a estas alturas debes intuir claramente que va a ser menos doloroso para tus ideas anquilosadas hacerte el loco o el sordo que entrar en un berenjenal.
            Paso a contestarte algunas cosas concretas que dices para argumentar tu excusa.

            1) Los «marcos de interpretación» permiten decir que el blanco es negro si el que interpreta se empeña, por otra parte las evidencias empíricas contempladas simple y llanamente suelen ser fiel reflejo de la realidad.
            2) Si que he leído el artículo de Nega que mencionas y aunque estoy de acuerdo en algunas de las críticas que hace a Pablo Iglesias su retórica está llena de falacias muy evidentes y podría desmontar fácilmente la mayoría de sus afirmaciones. Me vas a permitir que no responda aquí y ahora ese tocho enorme que me huele demasiado a esa conocida estrategia troll de la «avalancha de mierda» o «diarrea mental», que consiste en escribir tantísimo y soltar tan enorme cantidad de barbaridades todas juntas que nadie en su sano juicio emprendería la titánica tarea de enfangarse a desmentirlo todo punto por punto. Si te parece lo que puedes hacer es coger con pinzas y sin que se ensucie mucho una sola de las ideas de ese artículo, la que a ti te parezca mas poderosa e incontestable para defender hoy el concepto de «clase obrera», y yo te la contesto, pero solo una por favor.
            3) Hablar de la «heterogeneidad» de un concepto abstracto como el de «clase obrera» es un burdo eufemismo para esconder el hecho que no sabemos como mierda encajar ese concepto en una realidad que lo contradice por todas partes. En el lenguaje llano que entendería mi abuela es hacerse una paja mental. Si yo me invento un concepto para definir algo debo respetar una mínima definición original de dicho concepto porque si la realidad cambia y la definición pierde sentido corro el riesgo de engañarme mucho intentando actualizar el concepto. Te pongo un ejemplo, si yo defino el concepto de bosque como un ecosistema formado principalmente por una gran masa de arboles y luego poco a poco todas las masas de arboles desaparecen y no quedan mas que pequeños grupúsculos inconexos y desarraigados pues ya no puedo seguir hablando de bosques con propiedad. Pero lo que tu y muchos otros hacéis es una pirueta dialéctica absurda, agarrándoos a los clavos ardiendo como los pequeños grupos de árboles que aún existen o incluso hablando de bosques de otras cosas que ni siquiera son árboles y de repente también existen «bosques» de edificios por obra y gracia de la «heterogeneidad». Todo vale para seguir aferrados al concepto que necesitáis para sostener vuestra obsoleta ideología basada en el «bosque».
            4) No vas a encontrar hoy una masa de gente que comparta realmente «hábitos de vida y consumo» suficientemente grande como para llamarla «clase social», mucho menos aún si tienes en cuenta que no basta simplemente con eso para identificarlos dentro de la definición original de «clase». Claro que si ponemos en juego la «heterogeneidad» y empezamos a hacer piruetas con el lenguaje para esquivar la realidad y la lógica pues entonces todo vale y podemos aceptar pulpo como animal de compañía.
            5) Dices que estamos de acuerdo y yo considero que en lo fundamental no estamos en absoluto de acuerdo. Tu empecinamiento por defender actualmente el concepto de «clase obrera» no es una cuestión sin importancia, lo haces porque es el pilar fundamental de tu ideología. Sin dicha «clase obrera» todos tus castillos en el aire ideológicos se desmoronan, todos tus dogmas pierden sentido, los métodos de lucha que has leído se revelan como ineficaces y absurdos, los tradicionales «enemigos» y «aliados» en esas luchas se desdibujan y casi todo lo que has hecho dicho y pensado durante años resulta ser falso. Soy perfectamente consciente que es muy duro mentalmente aceptar todo eso pero también se que no es imposible hacerlo. Aquí donde me lees tengo 20 años de experiencia intentando luchar desde muchas perspectivas y tácticas diferentes, desde la ocupación y resistencia en centros sociales a partidos políticos, desde insumisión y antimilitarismo hasta acciones directas de sabotaje. He militado y participado en la fundación de todo tipo de movimientos sociales que te puedas imaginar. Cuando echo la vista atrás me doy cuenta que todo lo que hice no solo tuvo una eficacia nula en transformar la realidad sino que fue incluso contraproducente. Analizando con frialdad el resultado de mis actos me doy cuenta que he estado haciendo de colchón social para el sistema y de válvula de escape controlado de la presión. Me doy cuenta sobre todo que he estado alimentando con mi trabajo y mi consumo al mismo sistema contra el que se suponía que luchaba. Me doy cuenta que he estado buscando «trincheras» en las que combatir y «enemígos» a los que culpar de todos los males cuando en realidad los mayores enemigos los he tenido siempre dentro de mi propia mente. Nuestros miedos, pereza, conformismo, consumismo, nuestra incoherencia, nuestro autoengaño y nuestras excusas. Nuestras propias miserias mentales son los enemigos contra los que hay que «movilizarse» para empezar, pero claro, no es tan fácil hacer autocrítica y empezar a esforzarse por ser coherente como culpar a otros y seguir en el bar comentando con los colegas la poca conciencia que tiene la «clase obrera» mientras consumo unas cervezas gentilmente fabricadas por una multinacional cervecera. Tu ideología no solo es inútil, es perniciosa para los intereses que se supone que defiendes. Con ese empecinamiento por llevar a cabo las viejas «movilizaciones» de siempre para intentar transformar las cosas no conseguís mas que perpetuarlas porque el poder tiene ya de sobra aprendida la lección y preparada la estrategia ( empezando por desmantelar esa «clase obrera» sobre la que se podían dar dichas «movilizaciones» ) para combatir de forma aplastantemente eficaz esas formas de lucha. Son totalmente obsoletas esas «movilizaciones» de las que habláis, incluso el lenguaje es caduco. Confrontando la realidad con esa ideología solo conseguís perpetuar el estado de cosas. Muchos hemos estado atrapados en la misma dinámica por pura inercia, por autoengaño y barreras mentales para no asumir errores o por falta de imaginación para pensar otros modelos de sociedad y otras formas de lucha. El caso es que las alternativas existen y también existen formas de ponerlas en práctica clara y cristalinamente eficaces.
            6) Respecto a «la creciente masa de personas que no puede ser absorbida por el mercado de trabajo», es un fenómeno que tiene una explicación bien sencilla y directa que puedes entender si simplemente observas la realidad sin dogmas. Una explicación que se define en 2 palabras, desempleo tecnológico. Como comprenderás a estas alturas no me interesa ni una pizca el marxismo ni los patéticos intentos de actualizarlo ni nada que se base en ideas de hace siglos y en visiones de la realidad empecinadas en intentar perpetuar a toda costa conceptos e ideologías que ya no tienen sentido. Por lo tanto podrás entender que no haya leído ni tenga intención de leer nada de Robert Kurz o Moishe Postone. Viendo por encima biografías y comentarios de sus obras no veo por ninguna parte una sola mención al concepto de desempleo tecnológico. Imagino que se dedicarán como es lógico a complicadas construcciones abstractas llenas de «heterogeneidad», fruto de elaborados «marcos de interpretación». Todo lo que haga falta para para intentar encajar dentro del marxismo realidades que lo contradicen. Yo me decanto por la navaja de Ockham y me quedo con la explicación mas sencilla. Ya he leído demasiadas pajas mentales en mi vida, pero gracias por la invitación.
            7) Los comentarios de tu blog no están abiertos sino moderados que es diferente. No te estoy criticando por ello, me parece perfectamente legítimo pero llamemos a las cosas por su nombre. De hecho no me extrañaría en absoluto que leyendo este comentario mio decidas borrarlo porque no eres capaz de contestarlo lo cual sería ridículo porque en cualquier caso nadie aparte de tu y yo va a leerlo.
            8) Cualquier discusión entre 2 personas puede llegar a una conclusión positiva si ambas partes respetan mínimamente las normas de la lógica y el debate racional. Obviamente dicho debate no es posible cuando alguien retuerce la lógica negando o esquivando la realidad, usando piruetas retóricas como los «marcos de interpretación» y la «heterogeneidad». Excusas para no razonar hay miles pero no dejan de ser excusas.

            • Miguel León dijo:

              Como habrás podido comprobar, amigo Root, no ha sido necesaria la aprobación de dos de los comentarios que has realizado. Los otros dos son el primero (que evidentemente pasa por el filtro porque es la mejor forma de controlar el spam) y tu primera «parrafada», que por algún motivo no ha quedado automáticamente autorizada, como debería ser si siempre comentas con los mismos datos de registro. Dejando aparte el spam y la mayor parte de los pingback, que resultan inútiles para el lector, todos los comentarios que llegan son inmediatamente aprobados, incluso cuando me parecen innecesarios.

              Te equivocas al menos en otras cuatro cosas:

              1) No voy a borrar tu comentario, porque me parece que sigue contribuyendo a retratar la «incomunicabilidad» que hay entre los dos.

              2) Sí hay quien se está leyendo estos comentarios, porque he hablado con lectores del texto (más de uno y más de dos) a los que les ha parecido muy interesante el intercambio de opiniones que ha suscitado. Por tanto, y aunque es verdad que se nos ha ido de las manos en extensión, no descarto que sigan ahí. Son pocos, pero me debo a ellos.

              3) No hace falta que me cuentes que la clase obrera no se levantará un día como sujeto revolucionario para multiplicar los panes y los peces, eso ya lo sé yo y no me han hecho falta 20 años de paripé militante. Me apoyo en la crítica de la economía política desarrollada por Marx como una herramienta importante de interpretación, pero no soy gilipollas. Sin considerar el conflicto entre capital y trabajo es muy difícil alcanzar una comprensión sistemática de cómo funciona el aparato de dominación al que estamos sujetos, y eso exige pensar las clases sociales en términos complejos (relee mi primer mensaje) que tú renuncias de entrada a tomar en consideración porque te parecen un intento burdo de actualización de ideas caducas que ya no sirven (¡nunca «sirvieron» tal y como tú crees que debían hacerlo!). No sé cómo puede haber ni un mínimo intento de contestación social eficaz (por más reducidas que sean sus victorias) sin conseguir primero analizar con detalle a qué nos enfrentamos. Visto lo visto, prefiero seguir por donde voy a quedarme, tras veinte años de fracasos, no solamente sin esperanzas (yo no las tengo ya de entrada) sino además sin herramientas de análisis (dejando a un lado el «por mis santos cojones», que te funciona de maravilla).

              4) Postone y Kurz hablan precisamente de eso, de «desempleo tecnológico», pero enriquecen ese diagnóstico muchísimo para intentar mostrar cómo al mismo tiempo beneficia y perjudica a nuestro sistema económico, cómo por sí mismo no implica el fin del capitalismo pero cómo puede señalar vías de ruptura. Pero claro, todo eso te parecerá demasiado enrevesado, una actualización burda de ideas anticuadas, e irá en contra de las realidades evidentes que te has encontrado en tu (no lo dudo) dilatada experiencia, así que ¿para qué voy a decir nada al respecto, incluso si esas realidades evidentes están tomadas en consideración y son perfectamente (especialmente) compatibles con ese análisis?

              Y no me puedo resistir a intentarlo otra vez:

              Hay gente con problemas de alimentación, con dentaduras de mierda, con bajo nivel cultural y educativo, con viviendas en malas condiciones y en barrios con pocas o malas infraestructuras, con rentas mensuales bajas… unos trabajan por cuenta propia en empresas modestas, otros por cuenta ajena, y otros ni siquiera trabajan o han trabajado, y objetivamente tendrán un lugar u otro en el proceso de reproducción del capital que se encontrará más cerca del «ideal» del proletariado que del «ideal» del capitalista, pero me atrevo a decir, de entrada, que objetivamente están más bien del lado del proletariado más que nada porque ellos tienen que vivir así de mal para que otros (muchos menos) puedan vivir bastante mejor.

              Otra cosa es que, como objetivamente no son un proletariado «puro» (y eso no ha existido nunca, es decir, nunca todos los trabajadores asalariados han sido proletarios «puros»), entonces tampoco lo sean subjetivamente. Además, un proletario «puro», si lo hubiere, tampoco tendría automáticamente una prístina conciencia de clase, porque la realidad siempre es más compleja. A eso se añade, evidentemente, que una revolución obrera llevada a cabo por obreros que quieren seguir siendo obreros porque es eso lo que da sentido a su vida no arregla absolutamente nada. Pero si no cuentas políticamente con esos que tienen problemas de alimentación, dentaduras de mierda, bajo nivel cultural y educativo, viviendas en malas condiciones y en barrios con pocas o malas infraestructuras, con rentas mensuales bajas, etc., difícilmente vas a conseguir un cambio político favorable a la mejora de la situación de esa gente (que es lo que interesa) porque, objetivamente, por más filántropos y rojeras que haya entre las clases pudientes, el sistema económico vigente contrapone los intereses de unos a los de otros, simplemente porque no es posible, sin cambiar de raíz la sociedad actual, que unos vivan cojonudamente sin que otros vivan significativamente peor, y sin que muchísimos de todos ellos no estén sujetos de una forma u otra a trabajar muchísimas más horas de las que sería realmente necesario para vivir razonablemente bien.

              Llegados a este punto no tengo (ni tendré) nada más que decir. Como no tengo ningún problema en reconocer las habilidades erísticas allí donde las veo, lo cierto es que efectivamente no soy tan imbécil como para enzarzarme a perpetuidad en una discusión con alguien que:

              1) Criticará la extensión de las respuestas y luego escribirá textos todavía más largos.

              2) No tiene ni idea de epistemología, de teoría sociológica, de los contenidos reales de la obra madura de Marx, etc. (o la tiene y no le importa lo más mínimo pasársela por el forro). Hay que estar realmente sobrado para querer ir por la vida mirando al mundo con lo puesto y creer que se puede entender algo, ¿eh?

              3) Tiene como grandes argumentos la realidad empírica (¿cuál?, ¿de dónde?, ¿seleccionada cómo?, ¿en qué se basa su representatividad?…), la obsolescencia indudable de todo aquello que tenga ¿qué? ¿más de tres años?, y un sucedáneo de ockhamismo donde la explicación más simple es «porque lo digo yo».

              En fin, no quiero hacerte perder más el tiempo y tampoco quiero emplear de mala manera el mío. Nunca tantas líneas escritas habían servido para tan poco si de lo que se trata es de afinar el diagnóstico de la realidad. Airea tu victoria si eso te hace feliz: te la regalo.

              • root dijo:

                Estimado Miguel, celebro entonces tu política de comentarios y la aplaudo. paso a contestar cosas concretas:
                1) Yo no he escrito nada de «sujeto revolucionario» ni de levantar a la «clase obrera», eso es parte de la jerga marxista que tu utilizas. Entiendo que tu no seas capaz de otra cosa que interpretar todo lo que lees a través del marxismo, entiendo que solo veas la realidad a través de ese estrecho agujerito pero al menos no proyectes eso sobre mi. Yo simplemente ta hablaba de intentar transformar aunque fuera un pequeño pedazo de la realidad, nada tan ambicioso como una «revolución» en las cuales ya no creo.
                2) Se puede comprender perfectamente el funcionamiento del actual sistema sin necesidad de darle a todo una interpretación marxista, es más, se puede comprender perfectamente toda la realidad sin haber leído nada de Marx y verlo todo como una dicotomía simplista trabajo/capital. Marx no es tan maravilloso, no entiendo como tanta gente puede ser tan dogmática con una ideología que tampoco es ninguna maravilla y que ha demostrado que hace aguas por todas partes a la hora de intentar ponerla en práctica. Ni el propio Marx ni ninguno de sus discípulos sois capaces de concebir siquiera un mundo en el que no exista ni trabajo ni capital y ¡oh sorpresa! resulta que eso no solo es posible sino precisamente el modelo de sociedad al que deberíamos aspirar. Pero claro, ahora mismo tus neuronas «marxianas» deben estar echando chispas pensando que eso es inconcebible, ¿un mundo sin trabajo ni capital? ¡sacrilegio! ¿y que hago yo ahora con mi edición limitada de «el capital» impresa con sangre de «sujeto revolucionario» y encuadernada en piel de «capitalista»?
                3) No digo que ninguno de los análisis de Marx nunca sirvieron, algunos si que fueron útiles y acertados en su momento aunque considero que las conclusiones que extrae ni siquiera son coherentes con todo su análisis y esas conclusiones nunca fueron útiles. Otros análisis en cambio son erróneos o se quedan muy cortos, no contempla por ejemplo el agotamiento de recursos naturales como si viviéramos en un planeta infinito. En fin, no soy el primero ni el último que critica a Marx y ni siquiera me interesa hacerlo detalladamente, sería darle una importancia que ya no merece.
                4) Ahora cambias de eufemismo con respecto a definir las «clases sociales» y utilizas la expresión que no deja de ser otro eufemismo para disimular de la enorme paja mental necesaria si se quiere encajar un concepto muy antiguo en una realidad que ha cambiado tanto. Insisto, de verdad, la realidad es muy compleja e intentar seguir con esa concepción de «clases» o esa dicotomía simplista de trabajo/capital que ya no cuadra. No me vengas con eufemismos ni mandangas, si realmente esos conceptos fueran válidos hoy no harían falta tantos «términos complejos» ni «marcos interpretativos» ni tanta “heterogeneidad” para encajarlos.
                5) Si es eso lo que escriben Postone y Kurz pues lo celebro también pero de verdad con toda modestia, no necesito leerlos para saber que consecuencias esta trayendo y va a traer el desempleo tecnológico, solo necesito observar la realidad y pensar un poco, deducir, sumar 2 y 2. No hace falta ser un genio me parece a mi.
                6) Me das una lista de gente que llamas «proletariado» (mas jerga marxista) y lo curioso es que en ese saco metes también a gente que ni trabaja ni ha trabajado. Me parece oír al propio Marx revolviéndose en su tumba junto a todos los autores que hablaron de «clase obrera» antes que Marx. Se revuelven cuando alguien mete en esa «clase obrera» a alguien que ni siquiera ha trabajado nunca. ¿No te das cuenta de las evidentes incoherencias en las que tienes que caer para mantener tu discurso?
                7) Yo nunca he utilizado la palabra «proletariado» ni siquiera he hablado de una «clase obrera» pura. Soy plenamente consciente que cualquier término que intente definir una masa de personas tiene que ser un poquito flexible, pero una cosa es flexible y otra cosa es completamente amorfo o como tu lo llamas “heterogeneidad”. Evidentemente que nunca ha existido una «clase obrera» pura pero es que ahora no existe objetivamente nada que merezca ese nombre, ni siquiera siendo muy flexible.
                8) Me dices que si no cuento con «esa gente» no se puede conseguir una mejora en su situación y en eso estamos de acuerdo. En lo que no estamos de acuerdo es que esa mejora se vaya a conseguir con ellos y con tu ideología, así tampoco se consigue. Y por cierto, yo no quiero conseguir una mejora solo para «esa gente» sino para toda la humanidad porque en la «mejora» o participan todos o no es posible. Claro que tu y yo hablamos de mejoras diferentes y seguramente ni te imaginas de la que yo hablo. El cambio de «raíz» del que tu hablas no es tal porque tu identificas como «raíz» lo que te indica el equivocado y corto de miras dogma marxista.
                9) Mis textos efectivamente son mas largos que los tuyos pero al menos yo contesto todo, no esquivo lo que me resulta incómodo y cuando contesto soy mas escueto que tu generalmente en contestar un punto concreto.
                10) ¿En que te basas para decir que no tengo ni idea de epistemología o sociología? ¿Te basas por ejemplo en tu muy informada (estoy siendo sarcástico por si no lo pillas) opinión de que no existen ni pueden existir «capitalistas» que defiendan derechos y libertades de los trabajadores? De Marx efectivamente no lo he leído todo, solo «el capital» y el manifiesto comunista, con eso y con el conocimiento publico de que todo su discurso es básicamente el mismo me basta y me sobra para saber que no necesito ni me interesa leerlo todo. Por otra parte no se para que carajo necesitaría leer a Marx para entender lo que es la «clase obrera» si el concepto de «clase social» ni siquiera es un invento suyo, si autores como Adam Smith o Bakunin lo citan antes que el.
                11) Tener un pensamiento libre de dogmas sacados de algún libro de hace siglos no es ir de «sobrado» por la vida, es simplemente ser librepensador. Se puede entender perfectamente la realidad sin haber leído a Marx ni a cualquier otro de los ideólogos que a lo largo de la historia ha habido y pensar lo contrario es de un sectarismo y un dogmatismo brutal. Ahora, que no no me case con nadie ni me tome como sagrados ciertos textos tampoco significa que no tenga influencias, claro que las tengo solo que son variadas y eclécticas, no me he pasado la vida leyendo a todos los puñeteros autores marxistas del mundo, lo reconozco. Si eso es ir por la vida «con lo puesto» pues bienvenido sea, antes prefiero ir ligero de equipaje que con anteojeras y un ancla a rastras.
                12) Me haces una serie de preguntas sobre la realidad empírica y voy a intentar contestarte con sencillez, sin meterme en un pantano filosófico demasiado profundo. Cuando observo directa o indirectamente que la mayoría de los que se supone que pertenecen a la «clase obrera» no se ajustan en casi nada a la definición del concepto para mi eso es realidad empírica. Mis fuentes son múltiples, casi innumerables y muy variadas. Se que obviamente alguna que otra falsedad me cuelan de vez en cuando pero intento hacer un sencillo análisis científico de toda la información que me llega indirectamente. Siempre me pregunto quien es la fuente, que intereses e ideología tiene, pero no por ello doy por falsa o cierta ninguna información sino solo lo tengo en cuenta para relativizar. La verificación la hago en base a mi conocimiento previo y en base a deducciones lógicas. Cuando no tengo lo uno ni es posible lo otro siempre intento contrastar de diversas fuentes. Intento hacer un análisis dialéctico de cualquier discurso para localizar falacias graves. La representatividad de un dato es un factor muy importante a la hora de desconfiar de la información y cuanto mas importante es ese dato o a mas gente se supone que representa me tomo mayores molestias en comprobarlo. Se que no es un método perfecto pero si conoces otro mejor, asumible a nivel cotidiano y que no sea el de verlo todo desde el agujerito/“marco de interpretación” marxista me lo dices y lo pruebo.
                13) Si a estas alturas sigo discutiendo contigo no es por ningún extraño afán de absurda victoria ni para exhibir dudosas habilidades erísticas como me acusas. A diferencia de ti me parece que yo no he usado ninguna falacia en mi argumentación. Si sigo aquí es simplemente porque me parece interesante discutir, no ya porque piense o pretenda que me puedas dar la razón sino porque me interesa e incluso me divierte ver como reacciona diferente gente cuando le cuestionan los mismísimos cimientos de todas sus creencias e ideologías. Es parte de mi observación del comportamiento humano. Generalmente la gente está acostumbrada a debatir con otras personas que comparten ciertos planteamientos de base que consideran indiscutibles. Yo casi siempre vengo a romper la base y me interesa ver las reacciones que eso provoca.

                • amapola89 dijo:

                  Root, sólo te equivocabas en una cosa: sí hay más personas leyendo vuestro debate a parte de vosotros…
                  Para ser honesta, las últimas respuestas a las respuestas de las respuestas no me las he fumado completamente, porque no he leído el 100% los comentarios de Miguel que, a pesar de ser algo menos extensos, se me hacían poco originales.

                  (De todas formas, Miguel, he disfrutado mucho tu artículo y concuerdo a grandes rasgos con lo que planteas. Yo también escribí una entrada en mi blog acerca de Pablemos, algo más infantil, graciosa y de andar por casa, Se llama ¨Oníricofollamigos¨).

                  Root, me gusta cuando dices que no es necesario haber leído a Marx para entender la realidad. Yo soy un ejemplo de ello y aunque no estoy orgullosa, también defiendo a muerte la postura creadora de ideas (libre-pensadora) en contraposición al copy paste. Por supuesto hay que leer, curiosear, investigar, informarse, leer cada opinión Y SU CRÍTICA, conocer la Historia… Pero hay personas que más bien optan por encerrarse meses a leer tochos que concuerdan con su ¨ideología¨ para luego vomitar el contenido en ambientes intelectualoides… ¡Puag! ¡Qué pereza me dan!

                  En fin, gracias a ambos. Le he dado al coco un rato y he abierto todos los enlaces que habéis compartido. (No sabía nada de los Hikikomori, ahora mismo voy a ver un documental al respecto que acabo de encontrar en Youtube).

                  Por cierto, desde hace un año vivo en México, intentando comprender la realidad en este contexto, que chocó brutalmente con todos mis esquemas mentales cocinados en Europa. Aquí, en Latino América, SÍ tiene sentido hablar de ¨clases sociales¨y hasta de ¨trabajo y capital¨. Llamadme loca, pero estar aquí me ha hecho comprender que en Europa ¨todos¨somos iguales. Ahora veo ridículas y hasta ofensivas las luchas feministas o anti-casta que se siguen promoviendo en países donde el disco se ha rayado…

                  • Miguel León dijo:

                    Gracias por tu comentario, Amapola. Me alegra que la discusión, a pesar de su extensión y sus reiteraciones, haya sido de utilidad. «Capital» y «trabajo» hacen referencia a cuestiones más complejas que la realidad económica concreta de un país u otro, pero entiendo bien a qué te refieres cuando dices que la comparación de Europa con el resto del mundo obliga a cambiar de perspectiva: también el abismo que separa Norte y Sur se entiende peculiarmente bien (no digo que sea la única manera, pero sí me parece una especialmente buena) teniendo la Crítica de la Economía Política entre los libros de cabecera.

                    Saludos.

  9. Pensamos. dijo:

    Construyendo debate.
    Izquierda Anticapitalista no es la base militante, forma parte del grupo fundador con Miguel Urban a la cabeza. Teresa, la chica que se ha apropiado durante la campaña de la marca marea verde interesadamente, es de I Anticapitalista y no creo que ocupara el segundo lugar por los Círculos, confiese o no la señora Bescansa, es simplemente alternancia del poder. La presencia un poco vergonzosa del sr. Villarejo en el tercer lugar de esa lista, tampoco proviene de un círculo y tampoco tenía que haberse incorporado a la lista si pensaba dimitir,dejara aviso o no. ETA también solía avisar de las colocaciones de bombas y eso no los convierte en terroristas justos; la justificación esgrimida para justificar su abandono es pura retórica y totalmente desafortunada. Decir que preavisar de una acción es dotar de coherencia a la misma si se produce, permite a la audiencia hacer comparaciones tan odiosas y crueles como la que acabo de escribir. Pero necesaria, para calibrar la aberración moral de esa justificación.
    Te faltan dos tabúes fundacionales que no has reconocido, la república y la igualdad. Concretamente, la Segunda República les produce sarpullido. Abusan de la relevancia histórica de la transición y han convertido este término en uno de los latiguillos de sus discursos. Les gusta llamarla régimen del 78 y ya tienen un montón de altavoces repartidos en prensa.
    Hay entre su aparato, el grupo de los 24 y alguno más en la sombra, es un aparato impuesto en lista cerrada, no hay que temer llamarlos por su nombre, un número importante de profesores contratados en un par de especialidades o tres de la Complutense. Otro fenómeno a investigar, sumamente interesante.
    Y el aterrizaje en Público y sus tertulias, dos meses antes de concurrir a las elecciones no es moco de pavo.
    Pero, es verdad que algunas personas han puesto en ese partido político, todas sus esperanzas para unas o sus expectativas personales para otras. Algunos de estos fieles son terriblemente agresivos ante las críticas y esos me dan miedo. Al resto, a quienes esperan algo deseo que les vaya bien.
    A mi el saldo de confianza me sale negativo.

    • Miguel León dijo:

      Estimado Pensamos, gracias por tu comentario. No tengo nada que objetar al respecto, aunque sí he de decir que el artículo mismo advierte que no se van a considerar todos los tabúes, sino solamente cuatro que son representativos.

      Efectivamente anclan la legitimidad del orden vigente en el 78, cuando éste hunde sus raíces en la Guerra Civil y además supone solamente una más en una serie de transiciones que experimenta el orden sociopolítico español desde 1939 en adelante (una importantísima a principios de los 50). Ellos mismos han asumido, además, el discurso de la «Segunda Transición», que tiene unas implicaciones peligrosísimas.

      Por otra parte anuncias el tabú de la igualdad pero no dices nada al respecto. Creo que sé por dónde vas, pero me gustaría, si te apetece, que desarrollaras tú mismo a qué te refieres.

      De todas maneras, a bote pronto te diría que el primero (la II República) depende en gran medida del tabú de la ideología (o de la izquierda), al menos tal y como estamos planteando por ahora la referencia a la legalidad republicana. El segundo tabú que propones (la igualdad) me resultaría difícil considerarlo como independiente del tabú de la clase. Esto no quiere decir que no se hayan quedado muchas cosas en el tintero (uno no puede contarlo todo), sino que en cierto modo es fácil integrarlas en el esqueleto básico del texto.

      Un saludo.

      PS. Sobre la maniobra de Villarejo no tengo una opinión definida, y desde luego no termino de ver la comparación con ETA, pero me parece que ese es un asunto menor.

  10. AGP dijo:

    Hola, solo quiero decir una cosa y va a ser resumidamente. Pienso que los dos tenéis razón aunque confieso que la última parte del debate me ha dejado de interesar porque fundamentalmente ha sido una pelea de gallitos a ver quién se sobra más. A pesar de eso parece que sois inteligentes y cultos, que os habéis tomado vuestro tiempo cada uno desde su experiencia y lectura en analizar la problemática social y en particular en pensar sobre ese dilema de los términos izquierda, clase proletaria etc. En realidad estoy de acuerdo en parte con los dos. Creo que no se trata de renunciar al marco de interpretación que puedan aportar los grandes pensadores como Marx, ni tampoco adorarlos como si de dioses se tratara. Pero en cualquier caso que los términos ya no sirvan para interpelar al sujeto político al que se dirige, no invalida el análisis que se hace en el que hay una clase subordinada aunque existan diferentes grados de subordinación. Sin embargo estoy de acuerdo en que no hay que empeñarse como si de una religión se tratara en «evangelizar a esa clase subordinada» Sí, efectivamente hablo de clase subordinada en términos que podría usar proletaria pero porque estoy de acuerdo en que ese término ya no es apropiado, quizás subordinada tampoco lo sea, en podemos y en el 15m se hablaba de arriba y abajo, la realidad es compleja y a veces necesitamos simplificarla. Tan absurdo me parece el pretender que el mundo se adapte al lenguaje que yo hablo como el de renunciar a las aportaciones para analizar la realidad social que nos ofrecen esos marcos interpretativos. (Hasta aquí vuestra principal disputa, ahora contesto un poco como veo yo la estrategia comunicativa que criticas de podemos, aunque confieso que no se si te he entendido en todo)

    Desde mi punto de vista en podemos no se ha tratado de renunciar a ellos,(marcos interpretativos) ni tampoco renuncia completamente a los términos izquierda y derecha en otras esferas. Pero cuando de lo que se trata es de conectar con la gente, con una pluralidad de personas no politólogas ni científicos sociales a la que movilizar, explicar la situación , visibilizar el engaño al que tratan de someternos y reconstruir la esperanza en una sociedad diferente (más justa, democrática) opta por un lenguaje que todas las personas puedan entender, porque el objetivo es que haya comunicación, es tratar de esquivar las barreras de interferencias que se les ha hecho a tantos términos. Sin embargo no creo que haya renunciado ni que renuncie podemos a dotar de significado el significante democracia. Para empezar hay un consenso invisible mediante el cual democracia es más participación en la toma de decisiones políticas por todas las personas, sean o no pertenecientes a partidos políticos, por otro lado denuncian que esas decisiones no sólo no las estamos tomando entre todos sino que se están tomando en lugares diferentes a las legítimas instituciones del Estado, y el programa hace una clara referencia a medidas que tratan de afianzar las conquistas de derechos sociales obtenidas en el pasado e ir un poco más allá relacionándolas con la salud democrática. Es decir, podemos está visibilizando conflictos , y haciendo visible lo invisible sin necesidad de usar los términos que señalas en tu artículo a los que rechazan usar.

    • Miguel León dijo:

      Querida amiga, gracias. No, mil gracias por tu comentario. No sé si el amigo Root seguirá por ahí, y tal vez él no esté satisfecho (no me importa demasiado). Pero yo sí. En lo que se refiere a tu balance de nuestra discusión estoy de acuerdo en todo. Gracias, otra vez, por haberla leído tomándotela en serio.

      En cuanto a tu desacuerdo con mi crítica, sé que hay una cuestión que en el texto lleva a confusión. Pronto voy a participar en el debate al que me convocaba Gregorio un poco más arriba, y voy a centrarme un poco más en eso. Como luego colgaré en el blog el texto de la intervención, si esperas unos días podrás verlo aquí.

      Yo no digo que esos «tabúes» no constituyan barreras de comunicación. Es obvio que lo son, porque son tabúes. Tampoco digo que, precisamente por eso, no sea una estrategia razonable evitar los tabúes, sino que, para romperlos, es necesario decirlos sin decirlos. Es necesario evitar los significantes preservando los significados. Si quieres un ejemplo de cómo creo que se puede hacer eso con relativo éxito, busca los episodios completos de La Bola de Cristal y mira «Los Electroduendes»; paradójicamente, dos de los guionistas de esa sección, Carlos Fernández Liria y Santiago Alba Rico, son ahora apoyos intelectuales de Podemos.

      El problema, en mi opinión, es que Podemos evita significantes y significados en su discurso público. Y que lo hace porque, en su diseño interno, entre sus promotores, esos tabúes también funcionan.

      En cuanto a la democracia y a la participación, hay dos o tres cosas dichas en el artículo y en comentarios previos que rescato brevemente: 1) los círculos no funcionan como espacios de participación sino de discusión; 2) el electorado no es constituyente sino constituido; 3) se pueden abrir vías de participación plebiscitaria fantásticas y garantizar que los fundamentos del orden social permanecen intactos (ejemplo: Suiza).

      Por profundizar un poco más en el (3): Imagina que dentro de 15 o 20 años estas demandas de democracia participativa y 2.0 han funcionado. Imagina que se hacen referendos de forma cotidiana y que se participa a través de SMS gratuitos. Ahora ponte este caso concreto: «Referéndum sobre la rebaja de las pensiones. Las pensiones deben recortarse: (a) En 500.000 euros; (b) en 1.000.000 de euros; (c) en 1.500.000 euros; (d) en 2.000.000 de euros». Este sería un ejemplo perfecto de participación democrática plebiscitaria, pero no se parece en nada a lo que tú y yo pensamos que eso debe ser, porque para nosotros el referéndum sobre la rebaja de las pensiones ni siquiera debería ser celebrado. Para garantizar eso, es necesaria participación democrática, desde luego, pero no en los términos en los que Podemos parece pensarla. Por la vía por la que vamos, Podemos demostrará que referendos como el que yo acabo de sugerir son la vía perfecta para mantenernos otros cuarenta años encantados con la «democracia».

      Saludos.

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